Buscan laminar a Podemos y al independentismo

Publicado en Última Hora, 08/04/2020

El presidente Sánchez propone un pacto, con la oposición, para encauzar la postcrisis y la reconstrucción de la economía, pero la derecha solo se avendría si con esos nuevos Pactos de la Moncloa se arrinconara a Podemos y a los independentistas, más del 55 por ciento de Catalunya. ¿Qué pactos y en qué dirección son posibles?

¿Para rescatar a los grandes empresarios, como se hizo cuando la crisis financiera de 2008? ¿Para todo el tejido empresarial, pagando costes y beneficios cesantes? ¿Para desarrollar estrategias efectivas para la recuperación? ¿Solucionar fallos estructurales, que nos han dejado indefensos ante esta catástrofe? O, ya que estamos, ¿prepararnos ante nuevos virus pandémicos sean biológicos, informáticos  u otras crisis económicas?

Sobre esto último, conviene que de una vez tomemos conciencia colectiva, más allá de las aguas ideológicas que convengan a cada cuál, que hoy en día las crisis económicas y financieras, las más de las veces y en el mejor de los casos, se fabrican por inconsciencia, por estratagemas  que se aprovechan de los fallos del Sistema para lucrarse. Dos ejemplos: la ingeniería de las hipotecas subprime (renegociadas en varias escalas, desde una hipoteca inicial facilitada a familias con escasa solvencia, por los bancos que tenían abundancia de dinero y lo prestaban a bajo interés para subirlos un 500 por ciento en tres años). O el asalto especulativo contra la Libra, que dirigió el financiero y ahora gran filántropo Georges Soros que, con su ataque a la bolsa, en septiembre de 1992, hundió la Libra obligando a su devaluación en un 20 por ciento.

¿Un gobierno progresista, socialdemócrata, puede trazar un hoja de ruta de corte neoliberal? ¿O es momento de aprovechar esta crisis, que ha puesto en evidencia las deficiencias doctrinarias de neoliberalismo global, y buscar corregir el Sistema?

Si esta crisis fuera bélica seguro que no habría dudas de que la reconstrucción requeriría la unidad de acción, buscando dar solución a lo más necesario y urgente hasta llegar, progresivamente, a la puesta en marcha económica y, ésta, controlada o tutorizada para evitar abusos de posición, especulación o, literalmente, el mercado negro.

Pero ocurre que, por fortuna, no se trata de una guerra sino de un parón que uno podría decir, ecológico solo que, en este caso, la especie a proteger es el planeta y las demás especies mientras que los humanos permanecemos enjaulados en casa.

Más allá de la chanza, cabe recordar que las grandes crisis deben servir para tomar las grandes decisiones. Dos ejemplos: Tras la Segunda Guerra Mundial, ante la necesidad de reconstrucción social, el Reino Unido puso en marcha un inédito Sistema Nacional de Salud y asistencia social, que fue modelo en lo que se llamaría el Estado de Bienestar. Anteriormente, tras la Primera Guerra Mundial, Viena que tenía un gravísimo problema de vivienda tras absorber un millón y medio de inmigrantes en sesenta años, puso en marcha un plan de construcción y alquiler social, que pervive hoy en día, de modo que el 60 por ciento de la vivienda de alquiler es de propiedad municipal, alojando al 20 por ciento de la población. Fue un gobierno municipal socialdemócrata quien impulsó la medida.

La conclusión es que a grandes males grandes remedios pero, eso sí, con coherencia ideológica y determinación.

¿Pactos? Sí, pero entre afines y con los actores reales de verdad: patronales, sindicatos y una confluencia política comprometida. La parte de león de los Pactos de la Moncloa, la que justificaba los sacrificios económicos por la clase obrera, era una batería de derechos y libertades políticas que no subscribió Alianza Popular, lo que hoy sería el PP de Casado y los de Vox.

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