Las elecciones de Madrid se han convertido en un test de la política nacional, y el primer acto de campaña de las próximas elecciones generales. Los dos nuevos partidos que rompieron el bipartidismo, Ciudadanos y Podemos, se juegan su futuro mientras que el partido popular quedará emplazado a decidir qué espacio político quiere cubrir: la gran derecha con Vox, volviendo al PP de Aznar, o convertirse en un partido de centro derecha; llamando a sus centristas y buscando en nuevos caladeros. Del resultado de las elecciones madrileñas va a depender el futuro de la derecha, y la orientación ideológica del partido popular; el destino de Ciudadanos y Unidas Podemos, y la estabilidad del gobierno de coalición. Y, por ende, sabremos si en España se puede dar un cambio de ciclo: con reformas substanciales de calidad democrática y con un salto cualitativo en el reconocimiento del estado plurinacional, o si permanecemos una generación más, y sería la tercera, encadenados a los presupuestos ideológicos del pasado.
Un resultado débil de Unidas Podemos empujaría al monte a los de Iglesias, necesitados de rescatar la fidelidad de los votantes perdidos, y afectaría a la coalición de gobierno entrándose en periodo de descuento. Para la izquierda que apoyó la investidura, Pedro Sánchez no ha estado cumpliendo con las expectativas; especialmente respecto de la pax en Catalunya, subordinada a las sucesivas convocatorias electorales (vascas, gallegas y catalanas).
Timorato frente a las embestidas de la presidenta de Madrid, que aprovecha la gestión de la pandemia para distanciarse del resto de políticas autonómicas y marcar perfil propio, Pedro Sánchez parece actuar más pendiente de no perder figura en las encuestas que de afianzarse por mantener un rumbo propio y con calado. Estas elecciones madrileñas tendrían que servir para deshacer esa falacia: de que se puede gobernar buscando no perder, en lugar de perseguir el éxito desde un discurso genuino y decidido. Las elecciones de Madrid son el primer asalto de la campaña electoral de la generales.
Y el tema de Catalunya será fundamental en las próximas elecciones. En Catalunya, el independentismo ha revalidado mayoría y, además, superando el 50 por ciento de los votos, aunque fuera con muy baja participación. Y es previsible que el soberanismo no haya llegado a su techo por lo que, preparando la posibilidad de que en las próximas elecciones los socialistas precisen otra vez el concurso de los nacionalistas/independentistas, Pedro Sánchez necesita reconciliarse con los partidos de la Investidura no demorando sine die la agenda catalana y aportando resultados.
Y, no solo se trata de la cuestión catalana, también hay que acometer reformas políticas y administrativas de calado, esa era la divisa del Sánchez en la Primarias, que den paso a la modernización institucional del Estado, con un reconocimiento del estado plurinacional y con un Senado convertido en la cámara territorial. Y para ello habrán de acometerse las reformas legales que fueran necesarias.
Para Sánchez, sin duda, será crucial conocer si Ayuso revalida y, si es así, con qué apoyos la presidencia. En cualquiera de las dos posibilidades, repita o no gobierno popular en Madrid, Sánchez no debería condicionar su agenda a las reacciones que puedan darse desde la Puerta del Sol. A la vista de que se trata de una presidencia de dos años, la mejor estrategia política para afrontar lo que quede de legislatura y encarar las próximas elecciones, es tomar decisiones de convicción y de radicalidad democrática, y fiar en consolidar los apoyos de la Investidura en el futuro. Entre ellas, reformas estructurales, como la mejora de la ley electoral, que data de 1977, que el tiempo ha demostrado que contiene vicios que favorecen el clientelismo y el inmovilismo en la dinámica de los partidos. Ciudadanos, en sus inicios, llevaba la propuesta de reformar la ley electoral para desbloquear las candidaturas y contabilizar los restos electorales.
Para el partido popular las elecciones a la comunidad de Madrid son cruciales porque, más allá de probarse frente a Vox, cualquiera de las posibilidades que se den van a dejar malherido al partido. El mejor escenario para los populares seria que Díaz Ayuso ganara claramente en la zona de la derecha pero no alcanzara mayoría para gobernar.