Si el Congreso del Partido Popular supuso una decepción para quienes esperaban una evolución ideológica que dejara la herencia uniformadora de Alianza Popular, incorporando en sus ponencias el término nacionalidades o conceptos como corresponsabilidad y federalidad fiscal (asumiendo por fin la letra y el espíritu de la Constitución), el próximo congreso regional de los populares de Baleares solo despejará el cabeza de cartel para las próximas elecciones; sin comprometer el rumbo ideológico de futuro. Porque la línea ideológica que ahora resulte vencedora solo tendrá cierta capacidad de trabajo hasta el próximo congreso, en que se podría dar el vuelco a las antípodas y volver al autoritarismo democrático del autoimpuesto Senador. Y es que el PP no es un partido como otros porque sus posibles cambios de orientación, si se dieran teniendo en cuenta sus familias ideológicas, podrían ir de un extremo ideológico al otro: de la derecha dura, del conservadurismo más retrógrado, al liberalismo con acento regional dialogante y pactista.
En el PP conviven demasiadas familias, algunas con ánimos encontrados e irreconciliables, véase el primer gobierno de Rajoy y el segundo, tras la renovación. En el partido popular están conservadores, que comparten mucho con el modo de pensar del pasado; democristianos, tecnócratas y liberales y regionalistas que podrían compartir principios federalistas. Pero nada de eso se abordará, porque el PP nacional se perfiló como un partido ómnibus desde su fundación, en que debían caber desde radicales de derecha hasta, casi, social liberales y cuyo valor prioritario es la unidad del partido, única garantía de seguir disfrutando de su hegemonía electoral.
El partido popular balear tiene su mejor estructura en el municipalismo y, a la vez, su mayor garantía de fidelidad. En el municipalismo los discursos se personalizan a las realidades social municipales que llegar a ser muy distintas unas de otras, eso hace que, seguramente, el PP balear sea el más maleable de las marcas peperas porque tiene que dar cobijo electoral a idearios distintos y contradictorios. Resulta esclarecedora la encuesta publicada en Última Hora, el pasado 5 de marzo.
La encuesta sobre las preferencias de los votantes del PP, sobre los candidatos a presidir el partido en Baleares, refleja la dualidad ideológica que se da entre los electores del partido popular: los que estarían por el nacional-liberalismo de José Ramón Bauzá, siguiendo la tradición liberal de la España del siglo XIX, que podría compartir Ciudadanos, y la sensibilidad regionalista de Biel Company, apegado a la realidad social de la mayoría de la población de Baleares y que podría compartir el PI.
Los votantes de Menorca y Mallorca prefieren a Company (69 por ciento y 58 por ciento, respectivamente) y en Eivissa prefieren a Bauzá, el 58 por ciento, el mismo porcentaje por el que se impone Company en Mallorca. El análisis es fácil. Eivissa es la isla con mayor presencia de población de origen castellano, muchos ligados a la peculiar actividad turística del ocio, que sociológicamente no pueden compartir idearios de identificación regional más allá del gusto por la exótica peculiaridad ibicenca. La militancia popular de Ibiza se asemeja a la de grandes municipios turísticos, como Calvià y buena parte de Palma, donde ha aumentado la población residencial de perfil castellanista y conservador, desde el tirón inmobiliario tras la entrada del euro.
Todo indica que Biel Company será el próximo presidente del PP balear pero si su mayoría no supera ampliamente el 70 por ciento, que consiguiera Bauzá en 2010, su presidencia no gozará de la tranquilidad que todo proyecto político necesita.