Con el comienzo de la legislatura y entrados en normalidad política, ya no puede postergarse más que los partidos, en especial los que han soportado el coste electoral por la aparición de Podemos y Ciudadanos, resitúen y acaso redefinan sus idearios y sus objetivos políticos.
Mientras que en el PSIB reina la tranquilidad en apariencia, no ha así a nivel nacional, en el PP sucede lo contrario: estabilidad a nivel estatal y ruidos de sables a escala balear, sin riesgos de escisión o ¿sí?
La última crisis, tras la huida de Matas, se cerró en falso. Su elección dio tranquilidad pero supuso el comienzo de las rupturas en un partido que se había mostrado cohesionado con Cañellas y su discurso populista de “lo nostro”. Ora tocaba actuar en puro pragmatismo de lo conveniente y ventajoso y ora un guiño a las esencias y las tradiciones centenarias, al regionalismo.
Votado por el 70 por ciento de los votos, y el apoyo de la Part forana, José Ramón Bauzá fue elegido para recuperar la credibilidad del PP balear y para asegurar la continuidad de la línea de “lo nostro”, la sensibilidad regional, a diferencia del discurso del entonces alcalde de Calvià alineado con las directrices cada vez más recentralizadores y uniformadoras de Mariano Rajoy.
En la campaña electoral a las elecciones autonómicas, de 2011, el discurso de Bauzá había virado hacia el ideario político de los Delgado y compañía, sus perdedores, y ya como presidente autonómico, haciendo gala de populismo anticatalán y nacional españolismo, puso en marcha un cambio contra esa trayectoria regionalista que desde el inicio de la autonomía ha mantenido al PP en la hegemonía política balear.
Bauzá traicionó la confianza y los idearios de unos y otros decidido solo a proyectarse a sí mismo, dispuesto a adoptar el credo que en cada momento le pareciera con mayor predicamento para impulsarse. Su apuesta por homogeneizar y castellanizar a Baleares se estrelló porque aún estamos en una Comunidad cohesionada cultural y socialmente con su pasado y realidad histórica, y por un sistema educativo integrador en el que la enseñanza del catalán actúa de nexo de encaje de la inmigración con la entidad e idiosincrasia regional.
La nueva presidencia que se elija en el congreso regional popular tendrá que serenar el partido, sin duda, pero sobretodo dotarlo de coherencia ideológica y de continuidad para consolidar un electorado que vote más por la conformidad con ese ideario que por el efecto, siempre fútil, de unas siglas y su referencia nacional. De no ser así, la fuga hacia el PI o hacia Ciudadanos va a ser inevitable.
Ha empezado la carrera por la presidencia y, a la espera de que se concreten otras candidaturas, Gabriel Company lleva ventaja en apoyos personales. Cuenta con el respaldo de la part forana y, en Palma, de la militancia que votara a Xisco Fiol, en su enfrentamiento con José María Rodríguez, quedándose a pocos votos de salir elegido como presidente del PP en Palma.
Falta conocer el ideario que apadrina la candidatura de Company y su firmeza, o no, para lidiar con un sector divergente, 30 por ciento si atendemos a la extrapolación de otras consultas a la militancia, y si en aras de la unidad optaría por un pasteleo ideológico, paralizante en cualquier acción de oposición o gobierno, o se mantendría en un ideario claro, sin ambigüedades, incluso con riesgo de fugas a otras formaciones.