El quid de no conseguir un parlamento representativo es culpa de una ley electoral injusta (de 1977) y hecha para beneficiar el voto conservador: la España profunda.
En las provincias de la meseta (excepto Madrid) el voto de los ciudadanos vale hasta cuatro veces más en algunas provincias de las dinámicas económicamente. Por regiones, el arco mediterráneo y el Norte, junto con Madrid, son los que mantienen las cuentas del resto de las autonomías.