Previamente a entrar en el tema de Catalunya, un comentario sobre la Universidad Islámica, que con sede en San Sebastián, (las hay similares en otras países occidentales) comenzará su andadura en este octubre. Badar Hijra explica que “hay muchos jóvenes que quieren conocer nuestra religión, pero solo lo pueden hacer por la Red. Queremos que nuestros jóvenes no acepten los pensamientos radicales”. En su programa de materias está la ley islámica, la emisión de fetuas, la tradición profética o la jurisprudencia para minorías musulmanas en Occidente.
A mi modo de ver, y salvo claridad expresa y que todos sus contenidos estén también en castellano, se trata de dar pátina de solvencia universitaria a lo que es la extensión de una doctrina contraria a los derechos humanos y al sistema de libertades que caracterizan las democracias occidentales y cuyos titulados en ciencias islámicas serán imanes interpretadores de la Ley a su criterio, antojo y luces.
La Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), que tiene en marcha su propio proyecto universitario, se ha manifestado en contra por tratarse de un proyecto foráneo (será filial de la de Minnesota, reconocida por la de El Cairo), y por impartir las clases en árabe sin buscar un encaje en el sistema educativo español y al ser su Web solo en árabe, será difícil de seguir para los no conocedores, evitándose que puedan saltar alarmas ante contenidos o soflamas anti occidentales.
Insistiendo en mis tesis de algunos artículos publicados, al Islam respeto como religión aunque sea retrógrada respecto la mayoría de las cristianas (que aún en sus integrismos minoritarios que los hay, no son ni violentos ni totalizadores), pero firmeza en la defensa del marco público de las libertades que aquí tenemos. E insistencia en que la escuela, en la ESO, se obligue a una enseñanza crítica de las religiones, en especial las autoritarias, para que los jóvenes tengan la oportunidad de contrastar las enseñanzas religiosas familiares con la lógica de la razón y el sentido común.
Hecho el comentario, volviendo al tema de Diada ha sorprendido, es un decir, la cantinela del gobierno y sus aledaños políticos ridiculizando las movilizaciones independentistas y soberanistas en Catalunya. Es patética la actitud impermeable, no solo del PP, de una sociedad de castizmo decimonónico, el mismo que trató de imponer Franco y antes Primo de Rivera, las derechas de los Cánovas y aún la izquierda, de un socialismo que nunca entendió que España es un estado plurinacional. Estamos en parecido tiempo político que en la Transición.
Si el Estado propusiera un referéndum nacional sobre si Catalunya puede separarse de España, lo más probable es que tuviéramos un mapa curiosamente parecido al que se dibuja entre las regiones que tienen una balanza fiscal positiva o netamente deficitaria. En las primeras, el no sería apabullante en las segunda el sí sería significativo y claramente mayoritario en Catalunya y Euskadi.
Mientras el gobierno se toma a sorna las manifestaciones, seguro que excesivas, de los líderes independentistas alguien, quien tenga la próxima batuta política, haría bien en afrontar el conflicto Catalunya-España con todo el rigor y espíritu de querer llegar a un acuerdo antes de entrar en la fase de conflicto abierto en el que todas las variables serán posibles.