Un gobierno de centro amplio

La mayoría electoral se ha decantado por el centro. Un centro derecha, PP-Ciudadanos, sumarían 169 escaños y 10.0199.954 votantes. Un centro de izquierdas, PSOE con Unidos-Podemos, 156 escaños y 10.474.443 votantes. Trece escaños de ventaja para el PP pero más de 250.000 votos para el PSOE. Empate técnico. La suma capaz de aportar luz sobre la voluntad del voto del 26-J tendría que provenir pues de la agenda de reformas y cambios estructurales que llevan en sus programas los partidos. Y en ésas, el PP se queda solo sosteniendo la validez de sus políticas de gobierno y la inmovilidad institucional que con el tema de Catalunya se sitúa al borde de la ruptura social.

Un gobierno popular apoyado por Ciudadanos, como se vislumbra, es un contrasentido electoral. El de Ciudadanos es un voto muy consciente, y claramente diferenciado del PP, ya que el votante de Ciudadanos que quería claramente sumarse al PP ya cambió su voto el 26 de junio. Desde este punto de vista, los de Ciudadanos debieran tener claro que, cantos de sirenas de encuestas y presiones interesadas aparte, no podría afirmarse que su votante no prefiera reeditar el pacto con el PSOE, para volver a reclamar el apoyo de Podemos, que ahora sí debiera tener claro que su electorado estaba por facilitar la investidura de Pedro Sánchez.

Ni siquiera las urgencias europeas para que se dé un gobierno continuista, ni el cansancio por esta interinidad justificarían que se tomara una mala decisión. Un gobierno popular en minoría tendría que negociar para aprobar las nuevas leyes, pero no tendría ninguna obligación de modificar las anteriores por mucho que ahora se pactaran retoques para asegurarse la investidura.

Se necesita un gobierno fuerte pero con respaldo social amplio para hacer frente a la creciente inestabilidad regional y para la toma de las decisiones que se avecinan ante crisis muy graves: El fallido golpe en Turquía contra la deriva islamista de Erdogan va camino de producir efectos similares al de Tejero en España; una deriva involucionista ante la que Europa tendrá que posicionarse y esta respuesta será determinante para el mismo futuro de la UE. El Breixit que, como se propone la nueva primer ministro británica, va a constituir una historia de éxito obligando a una reformulación de la Unión Europea y aún del sistema económico regional si no se quiere que el proyecto de una Europa federal sea inviable. Sin olvidar el otro gran desafío: el terrorismo islamista que golpea especialmente Francia por ser cuna de valores laicos y democráticos. En suma, la nueva coyuntura internacional va a exigir consensos que tendrán que negociarse con firmeza y convicción por lo que es necesario en España un gobierno con apoyo social cualitativamente amplio.

Los partidos tendrán que moverse con una sola voz y eso solo será posible si se tienen en cuenta a todos, también a los nacionalistas e independentistas, de lo contrario la sima, y la ruptura se agrandará.

La elección de Ana Pastor, con los votos del PP y Ciudadanos contra Patxi López, que han conseguido 155 (PSOE y Podemos) abre un horizonte posible: que Sánchez intente formar mayoría pero para ello tendrá que sumar a los independentistas. ¿Qué se podrían ofrecer? Del lado soberanista ¿Una moratoria en la hoja de ruta de desconexión? Del lado institucional ¿Una consulta de reforma federal?

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