En el día de hoy he cursado un telegrama al Presidente del PP de Baleares.

Benvolgut President Miquel Vidal,

Et prego que em donis de baixa del Partit. Motius: M’he esforçat en contribuir a centrar el Partit. Fer-lo liberal i demòcrata i apegat als interessos de la gent. Federalista i d’un centre dreta avançat. No crec que el PP pugui refundar-se i desprendre’s del conservadorisme doctrinari.

Si canviau, podeu contar amb mi.

Sort i una abraçada,

Entré en el PP, en julio de 2010. Lo hice con la intencionalidad clara de ayudar a centrar el partido.

En el artículo «El voto del PP: centro liberal demócrata», en Última Hora, 17/9/2010, exponía que los votantes del PP, según datos de adscripción ideológica de la encuesta del CIS, se definen a sí mismo como conservadores en un 34%; como liberales un 13,7% y como democristianos un 8,1%.

Se auto ubicaban como ecologistas el 2,9%; socialdemócratas el 4,3%; feministas el 0,9% , mientras que un 1,4% se definían como socialista.

En consecuencia: “La franja ideológica mayoritaria en el votante del PP, un 34,4%, se sitúa ideológicamente en una horquilla de centro liberal”

Terminaba el artículo diciendo:

«La divisa más apropiada para el PP sería la demócrata liberal, en lugar de conservador. Fue la adscripción del partido de Fraga, Alianza Popular (contrario con la España autonómica) al grupo conservador, en el parlamento europeo, el que etiquetó, posteriormente, al PP como partido de los conservadores. Pero, ¿conservadores de qué? La etiqueta conservador puede tener su sentido en una denominación tradicional, como el caso británico que se remonta al siglo XVIII, pero no aplicada al PP. Su ideario estriba enla Constitución de 1978, que consolida el estado de derecho y el sistema democrático y de libertades, que el Partido Popular respalda en su totalidad, sería más propio referirse a términos como constitucionalistas, demócratas o liberales. E incluso, ciertamente, como regionalista por oposición a los nacionalistas, desde el punto en que ya desde su fundación, en 1989, el PP asumió sin reservas el título VIII y, éste, organiza el Estado en comunidades autónomas regionalizando el poder del Estado»

Pues bien, fiel a esa convicción durante estos años he intentado promover el debate interno de ideas sin que desde la dirección, en la época de Bauzá, ni ahora parece que haya intención de profundizar y sacar al partido de su indolencia ideológica. Para mí, resulta obvio que si el PP se decide por representar en centro derecha liberal, homologable con sus homónimos en los países europeos vecinos (la Europa de los 15) no puede albergar sectores extremos del conservadurismo, heredero directo del postfranquismo, que hasta ahora mismo está en la cúpula del Partido a escala nacional.

La claras muestras de incapacidad de regeneración ideológica y de debate interno y la intolerancia respecto a voces críticas que son acalladas con severas sanciones de expulsión o suspensión de militancia son, para mí, suficientes indicios para deducir que la renovación del PP es pura ilusión y un empeño vano al que no me siento seducido a participar.

Habiendo hecho algunos amigos en esta etapa, saben que seguirán contando con mi consideración y estima y que estoy abierto a colaborar en empeños futuros.