La facilidad con la que el terrorismo puede golpear en cualquier lugar y en cualquier momento, obliga a reflexionar con toda crudeza sobre el origen del yihadismo terrorista.
La yihad, propiamente como se revela en los textos, se traduce como un esfuerzo que realiza el creyente para superarse en sus debilidades para alcanzar un estadio superior en su espiritualidad.
La mala interpretación del yihadismo como guerras de conquista que hicieran los califas medievales, fue la primera gran manipulación por la que los gobernantes pertenecientes a las familias adineradas y dirigentes sometieron a sus súbditos, gente humilde con ningún o pocos recursos, analfabetos, y que necesitaban de su favor para sobrevivir. El espejismo de las conquistas y de la progresión de los territorios bajo el signo de Alá, acabarían por identificar la fe islámica con la militancia en el proselitismo, en la yihad, por la conquista por su extensión y dominio
El propio Coran, en una de sus suras, obliga a la predicación y esa línea entre predicar y obligar, y de alguna forma lo precisa cuando se acompaña de otras suras en las que se trata al cristiano y al judío como infieles que se tienen que erradicar: “muerte al infiel”, se dice.
La colonización que afianzó en el poder las familias tribales existentes, y la descolonización, en la que nunca se procuró que el poder tuviera en cuenta a toda la población, no solo a las clases altas bienestantes, facilitó que éstas utilizarán la religión y su posición de interpretadores del Corán para proyectar una forma de islamismo radicalmente enfrentada a los valores del mundo Occidental. Una visión religiosa acomodada a las necesidades del poder y la situación económica dependiente de gran parte de la población, pusieron el foco en la actuación de las potencias Occidentales sin que la población viera que eran los propios jefes de estado de los estados islámicos los primeros responsables de la pobreza de sus pueblos.
Hoy el yihadismo tiene otro componente. No es solo la cuestión económica lo que impulsa a esos jóvenes musulmanes al martirio, se trata también que la ideología yihadista se ha asentando como la única, la verdadera, para muchos jóvenes que tratan se superar sus propias frustraciones, pero también sus limitaciones su incapacidad de discernir.
QUÉ PODEMOS HACER?
Es evidente que ante la inmediatez de los actos terroristas no cabe más que fortalecer los mecanismos de prevención y lucha de las fuerzas de seguridad.
PERO INMEDIATAMENTE, ES NECESARIO IMPLEMENTAR MEDIDAS DE CARÁCTER CULTURAL.
EN EL SISTEMA EDUCATIVO,
En mi artículo: “Debemos gestionar el tema de dios” (UH, 30-09-15), decía: La sociedad debe de introducir elementos de crítica en las religiones ya que éstas tienen como su objeto natural convertirse en códigos de conducta moral y social, dictando normas y leyes que van a pretender limitar la libertad individual y el sistema de derechos y libertades civiles de sus adeptos y, por ende, del resto de la sociedad.
La salud política y social en el siglo XXI exige tener presente el sentido crítico de lo religioso desde la razón, desde una óptica externa aportando reflexiones que, de otra forma, jamás serían suscitadas.
Esa crítica objetiva solo puede proceder de la filosofía de las religiones y desde la visión racional de la creencia: una consideración laica del mundo religioso o una aproximación de las religiones desde la sociedad laica.
El sistema educativo debe, en esa dirección, incorporar la historia y filosofía de las religiones en sus currículos porque la enseñanza religiosa no puede cederse a cada una de las confesiones que contienen sus propios resortes contra su crítica y evolución. Y eso es particularmente importante por lo que respecta al Islam.
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EN FOROS Y EN LAS MEZQUITAS, Y DE OBLIGADO CUMPLIMIENTO.
Deben implementarse Estudios de Islam desde perspectivas críticas. Un Islam sectario y agresivo es una invitación al terrorismo.
Recomendable el estudio del Instituto Elcano, sobre yihadismo en España: