El Islamismo radical, el de la intolerancia respecto a quienes no piensen como ellos y que tiranizan a las mujeres, ese radicalismo que se fundamenta en algunas suras del Corán que , en efecto, son explícitas contra las otras creencias, no es el mayoritario, pero sí el más virulento y que se aprovecha de la pasividad institucional de nuestras sociedad.
Algunas suras son explícitas y requieren una interpretación contextualizada.
“Si ellos no aceptan la fe, mátalos donde sea que se encuentren( los infieles) ” (4:89)
“Lucha contra el infiel hasta que no exista mas ninguna predica y todas las religiones se dirijan a Alá.” (8:39)
“Cuando ellos no se retiren y os pidan paz, atajandose con las manos , apresadlos y matadlos, donde les encontréis y contra ellos emplead abierta violencia” (4:91)
Traigo a colación algunos fragmentos del artículo publicado el 1/9/2015.
Debemos gestionar el tema de Dios
La sociedad debe de introducir elementos de crítica en las religiones ya que éstas tienen como su objeto natural convertirse en códigos de conducta moral y social, dictando normas y leyes que van a pretender limitar la libertad individual y el sistema de derechos y libertadas civiles de sus adeptos y, por ende, del resto de la sociedad.
La salud política y social en el siglo XXI exige tener presente el sentido crítico de lo religioso, desde la razón desde una óptica externa aportando reflexiones que, de otra forma, jamás serían suscitadas.
Esa crítica objetiva solo puede proceder de la filosofía de las religiones y desde la visión racional de la creencia: una consideración laica del mundo religioso o una aproximación de las religiones desde la sociedad laica.
El sistema educativo debe, en esa dirección, incorporar la historia y filosofía de las religiones en sus currículos porque la enseñanza religiosa no puede cederse a cada una de las confesiones que contienen sus propios resortes contra su crítica y evolución.