Durante los primeros años de autonomía Gabriel Cañellas supo mantener las maneras de un centro derecha balear moderado y regional, apoyándose en el populismo de líderes locales y alcaldes pegados a la tierra. Un centrismo de tinte regionalista de buena vecindad con las sucesivas administraciones de Felipe González, siendo la única referencia de entidad de un gobierno autonómico de derechas, la coalición AP-PDP-UL. El otro era Cantabria. Esa privilegiada realidad facilitó que los gobiernos de Cañellas marcaran cierta distancia con el discurso de AP a nivel nacional; más cercano a sus raíces con el régimen anterior que al barniz democristiano y liberal de sus nuevos socios, procedentes de la extinta UCD.
Con arraigos regionalistas, los populares de Cañellas se mantuvieron en el poder sin interrupción hasta que la habilidad del socialista Joan March supo convencer a María A. Munar, UM, para que esa vez no se coaligara con el Partido Popular y diera su voto a una alternativa de izquierdas, formando el Pacte de Progrés (1999).
La llegada de Bauzá (marzo de 2010), elegido como salvador del partido popular en plena crisis y desazón, moralmente hundido tras la etapa del gobierno de Matas y su espantada, significó el comienzo de la ruptura del partido que se había mostrado cohesionado durante decenios, mientras disfruta de la continuidad en las instituciones de gobierno.
Elegido con el 70 por ciento de los votos, especialmente con apoyo de la Part forana, doblando el 30 por ciento de los cosechados por su rival Carlos Delgado, José Ramón Bauzá fue elegido para recuperar la credibilidad del PP balear tras estallar los escándalos de corrupción (Cala Llamp, Rodrigo de Santos y Palma Arena) y para asegurar la continuidad de un PP balear centrado en “lo nostro”, con sensibilidad regional, a diferencia del discurso del entonces alcalde de Calvià, alineado con las directrices cada vez más recentralizadores y uniformadoras del Mariano Rajoy que había impulsado la recogida de firmas contra el Estatuto catalán (2006) y recurrido al Tribunal Constitucional; raíz de las mimbres independentistas catalanes que ha pasado de sufflé, como frívolamente calificara Rajoy, a grave conflicto nacional.
Olvidando los votos que le habían aupado a la presidencia del PP balear y del Govern, Bauzá acechó un golpe de estado ideológico impulsando políticas alejadas de los consensos que había mantenido el PP desde sus gobiernos y mudándose al discurso del derrotado Carlos Delgado. La contestación en la calle fue unánime. Y en el propio partido, con la salida de Jaume Font para formar Lliga Regionalista y la expulsión del alcalde de Manacor y parlamentario autonómico Toni Pastor, ambos ahora en el PI.
Hace una semana, el PP balear ha elegido a Isern y a Ramis como primeros candidatos al Congreso y al Senado por Mallorca. Otra vez, los centristas de sensibilidad regionalista se han impuesto y por un porcentaje similar al de hace cinco años. Mateo Isern consiguió el 62 por ciento de los votos y Gijón, a quien se alinea con JM Rodríguez, impulsor de Delgado en un primer momento en 2010, el 32 por ciento. Todo apunta a que un 30 por ciento de los militantes del partido popular, los más centralistas, no podrían asumir una refundación que abogara por una España más regionalizada o de tipo federal.