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El pasado domingo EL País publicaba una encuesta que concluía que la mayoría de los españoles percibe al PP como un partido radical, al igual que Podemos. El  53 por ciento de los votantes del PP definen al partido de Mucho o Bastante radical, de igual modo que el 64 por ciento de los votantes de Podemos califican a éste de Mucho o Bastante radical. La centralidad se la llevan el PSOE, solo el 29 por ciento de sus votante lo catalogan de Mucho o Bastante, y en el caso de Ciudadanos, el 26 por ciento de los votantes ve al partido de Rivera como Mucho o Bastante radical. Las proyecciones vislumbran que el PSOE sale reforzado y que ve como el partido de la centralidad, con capacidad negociadora para formar mayorías de gobierno.

A la vista de estas respuestas está claro que la estrategia del partido popular, de auto posicionarse en el centro político y de erigirse como el garante de la estabilidad institucional, está fracasando. Ni siquiera la promoción de líderes jóvenes, tras el cónclave de julio, va a permitir al PP superar la desafección social en el que está instalado. Los discursos de Casado, Maroto o el de la inefable Andrea Levy, diciendo las mismas vacuidades, sin duda aportan juventud pero ni un refresco ideológico, más bien nuevos bríos para una ultraderecha que nunca dejó de llevar las riendas del PP nacional y que explica el porqué, en España, no existe un partido del estilo de Le Pen. Solo Cristina Cifuentes, con criterio y personalidad política, puede exhibir músculo habiendo marcado perfil  propio, salvándose de gran cremà.

escaños noviembre 15Encuesta publicada en UH, sobre expectativa de voto. al Congreso.

 

A nivel nacional, el partido popular ya ha perdido la batalla de la centralidad política cediendo este espacio a Ciudadanos cuyo discurso está abandonando sus propuestas de cambio iniciales para sumarse a un regeneracionismo de condimento, a la búsqueda  del voto conservador acomodaticio y oportunista, que busca caballo ganador.

¿Y en Baleares? Al escribir esta Columna ya parece que Miquel Vidal será el próximo presidente del PP balear. Para la galería, los dos oponentes, el del sector crítico y el de Rodríguez y Bauzá, llamado oficial porque gozan del beneficio institucional de estar en el poder, se habrían retirado de esa pugna desigual. En realidad nunca hubo dos candidaturas. Estaba la continuista a la que se opuso la de los, llamados, críticos para ofrecer alguna oposición a un directorio que iba a instalarse para instrumentalizar el partido en beneficio de la actual cúpula de poder: Digamos los Rodríguez-Bauzá, como antes Rodríguez-Delgado, como mucho antes Rodríguez y el-de-turno. No sueltan el patrimonio de sus ficheros  y clientelas, en provecho propio. ¿A qué destino profesional se verían obligados, si perdieran la cobertura salarial en la que están instalados?

La vieja militancia tiene que abandonar ya la primera línea y abstenerse de medrar en la sombra; dejar que el partido se renueve generacionalmente y, sobre todo, ideológicamente para que se adapte a la nueva situación social y política. De no ser así, será hora de las claridades y que la militancia se dé cuenta de las ambiciones personales, de cargos, que están detrás y de cómo se hizo para impedir que Mateu Isern se presentara a las elecciones para presidente del PP de Palma.

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