El Vaticano ha nombrado como arzobispo de Madrid a Carlos Osoro,
Alejado de flancos irreductibles y frentistas como Rouco Valera, o como Guerra Campos en tiempos de Tarancón, Carlos Osoro representa a la Iglesia postconciliar, de Mn Tarancón, y tiene la tarea de recuperar el prestigio que tenía ante la sociedad laica y entre el asociacionismo seglar de la periferia mediterránea.
Tras el retroceso a que fue sometida la Iglesia del compromiso social, y con los no creyentes, por el integrismo fundamentalista de Suquía y Rouco, Carlos Osoro tiene la ardua tarea de reconducir una iglesia madrileña, que más que el mensaje evangélico está más preocupada por no perder su influencia política de que goza por sus buenas migas con el PP, y evitar rupturas y episodios obstruccionistas.
Sin duda, Osoro, no es del agrado del Opus, y demás familias, que entienden la evangelización no como la difusión del mensaje de Jesús, sino como la conversión al modo particular de interpretar la palabra de Dios. ¡Cómo se parecen a los yihadistas!
Como el Papa Francisco, Carlos Osoro, es un hombre de su tiempo acostumbrado a los olores de los barrios y a las calles más que al incienso de los cenáculos. No por causalidad su vocación nació de una reflexión sosegada. Se ordenó sacerdote con 28 años, tras diplomarse en Magisterio y licenciarse en Ciencias Exactas, y nada tiene que ver con esa mentalidad agazapada y reactiva de Seminario por lo que va a ser una figura fundamental en ese proceso de cambio que se vive: deterioros del régimen de la Transición, coronación de Felipe VI y previsible refundación de la convivencia nacional.
Hace treinta y cinco años Pablo VI puso a Tarancón en la diócesis de Madrid, para que liberara a la Iglesia del lastre de cruzada que tenía, con todo merecimiento, desde la Guerra Civil. En efecto Tarancón, y sus Homilías, fueron un importante aval a la cambio político; desautorizando el mesianismo que, con el blasón de defensa de la fe, enarbolaba el franquismo.
Ahora, el Papa ha puesto en la diócesis de la Capital a un hombre del tiempo social del hoy para reconducir a una Iglesia anclada en el pasado y para que, como Mn Tarancón ayude en esa nueva transición que tendrá que canalizarse desde todas las instancias de poder.
Carlos Osoro ha tomado hoy posesión como nuevo arzobispo de Madrid.
ha reivindicado el «diálogo» y la «cultura del acuerdo» y se ha comprometido a pasar de «Os invito a descubrir juntos cómo pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera, ya que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia»,
ha reivindicado «la civilización del amor» y «la cultura del encuentro», y se ha mostrado convencido de que «vale la pena» intentar cambiar las cosas «frente a la maraña de problemas que existen en el mundo».
«Todo puede cambiarse; se comienza por el cambio de sí mismo, viviendo con una mente abierta y con un corazón creyente», ha dicho Osoro, quien se ha marcado como «misión» llevar la «alegría del Evangelio» a las calles.
Carlos Osoro ha reivindicado además el diálogo -«hay que tener proyectos, y es imposible hacerlos desde la confrontación, desde la falta de acuerdos, desde el conflicto»- y ha recordado que Jesucristo «vino a salvar y no a condenar».
(Extractado de LaVanguardia, 26.10.14)