Mi posición sobre la Monarquía.

Post en exclusiva para este Blog.

Este post me parece de mucho interés. Por eso ruego se difundan al máximo estas reflexiones para mover pensamiento.

El País, publica hoy una encuesta sobre la aceptación de la Monarquía como régimen político

http://politica.elpais.com/politica/2014/06/07/actualidad/1402155659_902924.html,

Según ésta, el 62 por ciento de los encuestados están a favor de que, en algún momento, se convoque un referéndum preguntando sobre si prefieren que España siga siendo una Monarquía o no.
No vamos a restar mérito al servicio que la institución, don Juan Carlos, ha prestado a España, ni tampoco ocultar que la monarquía fue una imposición de tutela del dictador Franco para asegurar que las estructuras económicas, y fácticas de la España de 1975, tuvieran oportunidad de reinventarse en una nueva etapa política.

La Monarquía, con estos antecedentes, seguirá estando lastrada de ilegitimidad, de déficit democrático (no así de legalidad), si no se realiza ese referéndum de consulta y si, ése, no se gana por mayoría amplia. Como se plantea la  consulta soberanista  en Catalunya (que preguntaría sobre la independencia pero, ante todo, sobre qué modelo de engarce con España se prefiere),  la Generalitat ha expresado que una hipotética secesión (en mi opinión estaría entre  el 40 o 45 por ciento),  no podría ser políticamente validada con un porcentaje inferior al 75 u 80 por ciento.

Para la toma en consideración de  ciertas decisiones, como la forma de estado entre Monarquía o República, la respuesta en referéndum tendría que ser, como refiere la Generalitat para su consulta, ampliamente mayoritaria. Y no podría convocarse un referéndum sin que se consensuara y garantizara la máxima, y documentada, información y foros explicativos, sobre cada una de las opciones. Que las opciones en liza fueran respaldadas desde argumentaciones sólidas, y honestamente patrocinadas, poniendo al descubierto aquellos intereses demagógicos que actuaran por clientelismo. Y garantizando que el debate se produjera con serenidad y en igualdad de oportunidad y credibilidad política. Y ahora, no sería el momento.

Felipe, Rey

La monarquía de Juan Carlos, en mi opinión y por lo que vengo leyendo bastante compartida, se cierra con un rey que se ha sentido solo ante una clase política que, pese a lo que reflejan encuestas y resultados electorales, está encantada de haberse conocido aunque no haga gala de la autocomplacencia de que disfrutaba la España política de la restauración de Alfonso XII; ensoñada con los fastos pasados y el embelesamiento colectivo por los éxitos deportivos, y con la Roja como enseña,  como aquel Brasil de los años sesenta hundido en la miseria, y súbdito del rey Pelé. ¡Vaya orgullo patrio!

Felicito al nuevo Rey Felipe y le deseo éxito. Y sí, creo que tiene que promover ese referéndum entre monarquía y república, pero no ahora, cuando la monarquía ha sido arrinconada a papel de comparsa por políticos institucionales, con pobreza de ideales y con evidente clientelismos que la crisis está ayudando a mostrar. En estas circunstancias la monarquía como institución no tendría un trato justo.

La monarquía en España, a mi modo de ver, tiene su sentido si volvemos al origen del por qué y en qué circunstancias se formó el Estado, que pronto no se llamaría España, sino las Españas. La monarquía tiene sentido en España, como en cierta manera lo ha sido la británica, por su valor como engarce de pueblos distintos en un escenario de compartir intereses de futuro.  No será nunca, la nuestra, una monarquía de adhesión, sino de convicción por el compromiso y el pacto de tradición hispánica (Usatges, 1040; Cortes de León 1188; Cortes catalanes, 1192) y anglosajona, Carta Magna (1215)

Flaco servicio a la Corona hizo el expresidente Aznar, que trató de ningunearla reservándole papel de opereta de couché, y que se jactaba de tener a la institución a su dictado, mirando seguramente con envidia el estatus semi monárquico del republicanismo francés. ¿Alguien hubiera preferido un Aznar presidente de la república española?

El rey Juan  Carlos, con mayor atrevimiento institucional si no hubiera sufrido el minusprecio de la clase política,  no hubiera permitido que la situación en Catalunya se deteriorara hasta el punto de hoy.

¿Qué se podía esperar de una clase política que confunde un voto de confianza, para sacar el país de la crisis con una adhesión a principios ideológicos que le son ajenos?

¿Qué se puede esperar de la estulticia de quiénes no distinguen entre deseos y realidad?

Con una visión de futuro envidiable, hay quien sigue insistiendo en que, aquel suffé del soberanismo catalán, se deshará con la misma velocidad con que se infló.

Don Juan Carlos, con su meditada precipitada abdicación, ha dicho queeso no es así, que no vamos bienY su hijo Felipe, habrá que ver su mensaje de coronación, vislumbra que será proactivo y cabe esperar que, sin salirse de su papel institucional no políticodará señales inequívocas de que quiere que la Corona sea el símbolo y la articulación efectiva de una España que integre y vele por las naciones, nacionalidades o regiones, que conforman la nación española.

 

 

Entiendo, pues, que a España le conviene un modelo territorial de tipo federal que puede tener en a la institución monárquica, como así fue en la Baja Edad Media respecto los enfeudamientos y señoríos, y en la Edad Moderna, en que esta institución era prelativa en la defensa de los territorios frente a la voracidad de otros y, a cada uno, respecto su participación en la unión representada por la Corona.

 

La clase política tiene que estar a la altura de la historia, como estuvo la nomenclatura franquista cuando votó la Ley de Reforma Política. La clase política tiene la obligación, como gerentes del Estado, de dar la oportunidad a Felipe VI para que impulse esa adecuación institucional. Y si se hace así, la monarquía se habrá validado y, a medio plazo, el rey puede y debe someterse a la voluntad de un referéndum. Pero, si la política sigue enroscada en su ombligo, y entonces habrá que preguntarse a qué oscuros intereses sirve, estaremos ante la legítima exigencia de una refundación del Estado con implicaciones imprevisibles.

Este post me parece de mucho interés sobre todo porque desconfío de la altura de miras de hoy. Quisiera equivocarme. Por eso ruego se difundan al máximo estas reflexiones, al menos para mover a debate.

 

 

 

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