Hace tiempo que los analistas financieros saben que no se saldrá de la crisis con más medidas de ajuste y de recortes sociales. La canciller Merkel, consciente de esta situación, no va a querer enterarse mientras Alemania siga creciendo, al menos hasta las urnas en otoño de 2013; demasiado tiempo para aguantar así.
Aquí, el gobierno va a tener que seguir por la senda del ahorro sabiendo que se ha agotado el margen de cargar sobre el contribuyente de a pie; en los robos con violencia, aumentan los incidentes por arma de fuego y se anuncian más algaradas del tipo del alcalde de Marinaleda. Si el gobierno no convence con inteligencia de la necesidad de los ajustes transmite desasosiego y da la imagen de estar desfondado, a remolque de las circunstancias. Seguir en esa deriva, se quita la paga de Navidad a los funcionarios y se preparan nuevos sacrificios sin saber dónde estará el límite, no es eficiente, es antisocial y nos aboca a una fractura política. Las decisiones de ajustes deberían de ir seguidas de un plan, de medio y largo plazo, por el que las administraciones retornaran estos “sacrificios” que ahora se imponen.
Pero, los nuevos ajustes serán aún más escandalosos si el gobierno da marcha atrás a su plan de recorte del 30% en el número de concejales y la voluntad de forzar la fusión de municipios, por no perjudicar las expectativas profesionales de cientos de alevines políticos. En efecto, el sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas, premia a los primeros de la lista fomentando que aspirantes a cargos públicos centren su carrera profesional en anidar a la sombra de los liderazgos, a la espera de ser recompensados con un cargo político.
En el ámbito local, de forma parecida, pequeños ayuntamientos económicamente inviables, y endeudados a niveles de sonrojo, defienden su independencia, y sus políticos esas plataformas de lanzamiento a la política, por motivos similares a los que industrias obsoletas, como la siderurgia en los ochenta o la minería de plena actualidad, persisten en imponer a los demás los costes de su inviabilidad e ineficiencia.
El presidente Rajoy no debe eludir ninguna de estas reformas de calado.
(Publicado en ULTIMA HORA, el 18-agosto-2012)