Serenidad, flexibilidad y cordura.

 Las agresiones de las que ha sido objeto el president Bauzá son intolerables e impropias de una sociedad democrática y culturalmente avanzada, que tiene como uno de sus activos más importantes el sentido de la convivencia y el talante negociador, el seny. Se mire por donde se mire por el camino de la violencia nunca se llega a soluciones, bien al contrario, solo se genera más violencia porque la razón del vandalismo es la confrontación sin mayor argumento que la coacción y el miedo.

La serenidad, cuando se está inmerso en una dinámica de conflicto, y la prudencia a la hora de la toma de decisiones son cualidades de inteligencia, de saber valorar y mesurar la entidad de las cuestiones, su trascendencia y repercusiones en una sociedad cambiante, que evoluciona con su propia dinámica interna al margen de decisiones políticas o de imposiciones callejeras.

Al fin y al cabo, el origen de los conflictos está en la incomprensión, por las partes, del valor que, para la otra, supone la cuestión que genera el conflicto, adquiriendo virulencia en la medida en que se incorporen elementos emocionales que con frecuencia derivan en irracionalidad.

La sociedad tolera mal los estados de conflicto porque suponen disfunciones en el normal desarrollo de la convivencia, pero cuando el conflicto alcanza niveles de violencia, como los vistos estas últimas semanas, la respuesta social no es otra que el rechazo más enérgico y el desprestigio de quienes fueran instigadores de aquéllos.

Ninguna idea incrementa su valor por defenderse con mayor ahínco o mayor repercusión mediática, por el contrario, la ruptura de la convivencia supone un despilfarro en recursos sociales, y la quiebra de cauces participativos y de cooperación, supone frustrar el modelo social y político que sustenta la viabilidad de nuestra sociedad.

Las personas y los grupos sociales que impulsan el conflicto tienen la responsabilidad de gestionar su resolución. De restablecer los puentes rotos, proponiendo compromisos flexibles, siempre existen espacios posibles de entendimiento, y de ser capaces de tener visión global percibiendo la dimensión del conflicto desde distintos ángulos, sólo así, del conflicto puede derivarse valor socialmente productivo.

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