Como veís he bajado el ritmo de los comentarios diarios, por el momento.
El sin sentido de la votación en el Consejo de Radiotelevisión española por el que se autorizaba a entrar en las escaletas de preparación de los contenidos de los informativos es un atentado a la libertad de exprsión. Me averguenza la propuesta del PP y que CiU también votara afirmativamente. Y, también, cómo un PSOE tibio se abstuviera.
Pero a mí, lo que me escuece es que la propuesta partiera de mi partido. Un partido, dicho sea de paso, en el que conviven tendencias ideológicas que en algún punto friccionan, pero que en esta cuestión, por lo que se refiere a las libertades constitucionales, somos una única voz. Por fortuna se va a corregir el desaguisado. Sin embargo, el que a una consejera se le ocurriera tamaño ramalazo autoritario pone en evidencia el extremismo visceral que se está instalando en la sociedad.
No se escapan declaraciones de sindicalistas, que insultan al PP, como ha ocurrido con un líder sindical en Baleares con calificativos como cerdo. O que montan una campaña, huelga en mano, en la educación por exigirles que eleven su horas lectivas, dentro de la ley.
Son sin duda, actuacions desproporcionadas del estilo de matar mocas a cañonazos, lo que refleja no es más que la impotencia ante un electorado que da la espalda a la izquierda, y a la izquierda social que ha disfrutado de prebendas sion haber dado nada a cambio.
Si queremos sacar al país adelante, habrá que el pistón y ser esquisitos en el trato y en las formas, volver a los pactos de la Moncloa.
ME VOY DE FIN DE SEMANA A GALICIA,