La inversión sigue siendo la mejor baza.

Está en el ánimo económico la austeridad y la obsesión por el déficit. En este blog, y en artículos en Ultima Hora, me he alineado, y seguiré haciéndolo, por la austeridad y por redimensionar la administración; que es una de las estrategias que hay que seguir para dotar de productividad las administraciones, sean la empresa privada o la pública.

Redimensionar no es, como su nombre expresa, disminuir ni reducir funcionalidad, máxime cuando alrededor del 60% de la administración pública se refiere a Educación y Sanidad, parcelas donde queda mucho por hacer. Se trata de con los mismos recursos hacer mucho más, ganar en productividad y, en economía, porque la ineficiencia produce desajustes presupuestarios al tener que suplir las carencias con medidas extraordinarias, presupuestariamente más caras de implementar.

Austeridad, siempre habría que haberla mantenido como norma. No se pueden  explicar satisfactoriamente ágapes a base del mejor jabugo, marisco, caviar y etc, tan común y que aún sonroja cuando se sigue agasajando en latitudes cercanas.

Austeridad como norma. Es la ética del esfuerzo expresada socialmente. Es divisa de cuando el capitalismo y el liberalismo actuaban al unísono como fuerzas de progreso. Esas cualidades deben volver.

Dicho todo lo anterior, me doy la enhorabuena por la clarividencia de Bauzà y su valentía, al defender que el sector de la construcción tiene un papel importante en la recuperación. Efectivamente, no se pueden olvidar inversiones en infraestructuras y equipamientos cuando la iniciativa ya había obtenido los parabienes administraticvos preceptivos, y cuando las inversiones están dispuestas a concretarse en actividad económica. No puede, la sociedad, invalidar decisiones administrativamente correctas y embarcarse en rescates millonarios, por un celo excesivo en protecciones mediamboentales justificadas por quienes pretenden una ilusoria sociedad de impacto cero. Es absurdo, tolerar las superpoblaciones de estorninos, gaviotas, palomas y demás animales, cuyo impacto ecológico es del orden de plagas y, por contra, impedir la ocupación racional y ordenada de la condición humana. Añado que esas minorías resistentes, pero hegemónicas en la predicación social, nunca pondrán reparos a los flujos inmigratorios ni a la ocupación del espacio social y económico, pero eso sí, sin impacto territorial. Y, escribo esta reflexión, como geógrafo. Claro que disidente con la doxia de la cátedras hasta que, decenios más tarde, la cátedra se baje del pedestal.

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