De la lectura de las listas del PP para las próximas elecciones, se deduce que el partido del presidente busca transmitir una imagen de moderación, centrismo y de modernidad, privilegiando, con puestos altos en la candidatura de Mallorca, a militantes que destacan por desmarcarse de las consignas del búnker de Génova y cuyo paso por el gobierno ha gozado del favor general de la ciudadanía. En ésta, sorprende el puesto que ocupa Francesc J. Fiol cuya gestión ha sido de las de mayor calado y acierto, por lo que se refiere al resto de la candidatura era la previsible, como también alguna ausencia caracterizada por estar demasiado escorada hacia nostalgias patrimoniales.
De la lista ¿cómo no? la última novedad ha sido la incorporación de la escritora Maria de la Pau Janer en un puesto alto, por delante de José María Rodríguez, un hombre clave en el partido, seguramente más tecnócrata que ideólogo, cuya fuerte personalidad fue la marca de gestión del ayuntamiento de Palma en la etapa de Fageda, siendo el artífice de la urbe de hoy, nodo del área metropolitana que conforma Palma con Calviá, Llucmajor y Marratxí, y probablemente cerebro del metro que está por inaugurarse.
Algo importante se mueve en el PP de Baleares. La política de gestión de Matas y su alejamiento de las histerias madrileñistas, salvo del alcalde de Madrid y otros que están callados, ha posibilitado que esta legislatura, seguramente, sea la primera realmente de progreso en que se han dado pasos importantes de cara al futuro de la comunidad, insertándola en ese mundo globalizado al que temíamos pero ante el cual no se trazaban estrategias ni se acometían políticas económicas, ni se tenían respuestas. Es indiscutible que ha habido un costo en la gestión: la incapacidad del control del crecimiento urbanístico, cuya responsabilidad, por otro lado, está en la actuación de los mecanismos del estado de derecho para velar por el cumplimiento del ordenamiento jurídico.
En el caso Andratx, y otros que seguramente existirán y que aún no habrán sido detectados, la culpa cabe buscarla en la actuación de las personas que se han lucrado, debiéndose buscar, también, las responsabilidades en el funcionamiento de los sistemas de inspección y las deficiencias de la legislación, poco clara y permisiva y procedimientos lentos, que posibilita que se cometan infracciones urbanísticas que luego son difíciles de corregir.
Cuando un ayuntamiento concede, dolosamente o no, un permiso de obra, y al cabo de dos o tres o más años, éste debe revocarse ¿Quién se hace cargo de la responsabilidad civil? No hay dinero para indemnizar a quienes compraron creyendo que todo era legal. Sin duda, aquí, falla la disciplina urbanística, y ante esta deficiencia es necesario dotar de las máximas facilidades a la Fiscalía. El tema urbanístico, tradicionalmente está viciado al no existir mecanismos eficientes de control y limpieza. Es una práctica a voces, que cuando se realiza la compraventa de un inmueble, el notario sale, discretamente, de la sala de reunión y vuelve cuando las partes se han puesto de acuerdo y, muchas veces se ha realizado un pago en negro.
Ante la próxima cita electoral la cuestión está en ver cuál será la respuesta del electorado balear que, mayoritariamente, pueda sentirse inclinado a votar a Matas como presidente, pero que también pretenda dar un voto de castigo por los casos Andratx, los escándalos de Ibiza, o por la actuación de la cúpula madrileña. Matas, que ha hecho piruetas una vez sí, y otra también, para mantener la cohesión del Pp balear, que se siente incómodo por las absurdas diatribas y el “erre que erre” con que se pontifica desde la cúpula popular, en estas elecciones ha puesto el acento en la voluntad de renovar el partido, según la fraseología oficial, pero en realidad podría estar buscando refundar el PP nacional que después de la etapa actual quedará convertido en un erial ideológico aunque pueda alcanzar buenos réditos electorales.
La apuesta por el centrismo político de Matas ha sido una constante en la legislatura que finaliza y se ha catapultado con la incorporación de Maria Pau, quien haciendo gala de independencia y con la afirmación, sin duda matizable, de que no comparte la ideología popular, no ha hecho sino publicitar la voluntad de Matas de apostar por la renovación. Si la confesa “convergente in pectore” comprende que llega el momento de entrar en el pragmatismo balear, hoy el PP, es porqué tendrá suficientes razones para creer que el Pp balear, no es el de la cúpula que manda en Madrid. Será porque vislumbra que el equipo que Matas está conformando quiere avanzar hacia un partido moderno, a tono con el tipo de sociedad que hoy tenemos, sin renunciar a las raíces culturales de Baleares, y decididamente abierto a la incorporación de los nuevos ciudadanos, que la inmigración aporta, para configurar otra plataforma ideológica, heredera y superadora de la actual.