El futuro del PSOE está en Pedro Sánchez

Desde que anunció que se presentaba a las primarias, Pedro Sánchez ha sido el blanco de las iras de la derecha mediática y de la izquierda estamental, tanto la del aparato socialista que promovió la ignominia del uno de octubre, como la del Podemos pablista y de izquierda unida, que preferirían tener delante a Susana Díaz, el continuismo del turno de partidos que funciona desde la Transición, y justificarse como la oposición de la izquierda progresista.

Desde los medios de comunicación, y en particular los afines a ese liberalismo depredador del “laissez faire”, la intensidad de la campaña contra Sánchez alcanza niveles de encarnizamiento irracionales profiriéndose posverdades, llanamente mentiras, pretendiendo que el discurso teórico y estratégico de Sánchez pueda compararse al de ese Mélenchon, izquierdista leninista, antisistema, del nosotros o el diluvio.

Pedro Sánchez no va de radicalidades populistas y facilonas, sino de poner sentido común a los desequilibrios sociales y políticos en las que estamos enzarzados: la pobreza laboral y el independentismo. Se posiciona contra la impunidad de una economía neoliberal que funciona al margen, y en contra, de los intereses de nuestras sociedades occidentales y afronta la realidad plurinacional de España sin ambigüedades. Sobre Catalunya: es una nación, pero la quiere formando parte de la España nacional. Y su discurso intelectual, para eso hay que leer con atención su documento “Por una nueva socialdemocracia”, se engarza en el debate de futuro en el que está inmersa la socialdemocracia europea en pos de un nuevo proyecto  político que oponer al neoliberalismo, que pretende ser el único pensamiento social y económico posible. El triunfo de Macron, con su discurso liberalismo social o liberal demócrata que, siendo liberal, no está por ese modelo de globalización que abona la vuelta a la sociedad estamental, de enfeudamiento al poder financiero, junto a la alta abstención, es un síntoma de que la Francia de la revolución sigue viva. El signo del nuevo tiempo europeo está en la revisión del establishment neoliberal, que representan las políticas de Merkel y Rajoy, y eso será posible con Macron, y Renzi en Italia, y es de esperar que con Sánchez en España.

La presentación de avales ha escenificado que la secretaria general socialista estará entre Susana Díaz y Pedro Sánchez. Patxi López, que se presentó con la aureola institucional de representar la unidad del partido contra la polarización no ha conseguido calar porque pretender maridar proyectos enfrentados no conduce más que a la poca convicción, la ambigüedad y el desánimo.

La exigua diferencia de seis mil quinientos avales a favor de Susana Díaz, la representante del aparato, y la hegemonía de Pedro Sánchez en Catalunya, Valencia y Baleares, y en las autonomías de Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla-León, Rioja y Navarra, y el casi empate en Madrid, solo 500 avales de diferencia a favor de Susana Díaz, dibujan una curiosa realidad: La España netamente beneficiada por la solidaridad interterritorial, la España subvencionada, está con Susana Díaz, la España que genera riqueza la que más aporta a las arcas del Estado está con Pedro Sánchez y con Patxi López, en Euskadi.

En estas primarias los socialistas no solo elegirán a su secretario general sino también su futuro. Si votan a Díaz, la continuidad política, entregarían a Podemos el discurso de la izquierda; si lo hacen por Sánchez, que aporta proyecto político y liderazgo social, recuperarán la hegemonía en la izquierda y estarán en disposición de conformar alternativa de gobierno.

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