La encuesta del CIS, aún con un 46 por ciento de indecisos, apunta a que el PP obtendría una inesperada mayoría, cercana al 30 por ciento, mientras que El PSOE, con solo 89 escaños en la previsión más favorable, estaría por debajo de su actual representación. Parte de su electorado natural votaría a C´s que, con 63 a 66 escaños, decidiría el nuevo gobierno. El gran derrotado sería Podemos con 45 a 49 escaños, de ellos, más de la mitad gracias a las marcas autonómicas. En cuanto a los partidos de ámbito regional, la suma de las minorías nacionalistas obtendría 27 o 28 escaños, una minoría significativa.
Como toda encuesta, la del CIS refleja un estado de opinión y no se debe obviar que en las mismas fechas del inicio de la recogida de datos (27 de octubre al 16 de noviembre), se iniciaba la hoja de ruta del Parlament catalán hacia la “desconexión”, y el 9 de noviembre su declaración institucional de soberanía. La respuesta del gobierno fue determinante. Por lo que respecta al descalabro de Podemos, habría que atribuirlo al personalismo de Iglesias saltándose sus propias normas de elección de candidatos y al modo con que trató a Izquierda Unida, imposibilitando una coalición electoral.
Lo previsible el 20-D es una moderada victoria popular y la sorpresa podría estar en los partidos de ámbito autonómico.
Las coaliciones de los nacionalismos con Podemos en Cataluña y Galicia, a la vista de las encuestas precedentes, tienen capacidad para atraer votos de la bolsa de indecisos. Menos en Valencia, por la insensatez de una Mónica Oltra que en la noche electoral lanzaba un “viva als Països Catalans” contribuyendo, ahora, a que en la Comunidad Valenciana vuelva a ganar el PP más corrupto de España. En Baleares, la falta de visión de estado de los nacionalistas, y cierto purismo intelectual, frustraron coaliciones que podrían haberles asegurado un escaño que ahora está en el aire.
Tras el debate del lunes, con una Soraya exultante tras la encuesta del CIS y la credibilidad creciente de Rivera y de Pedro Sánchez como presidenciable y un Pablo Iglesias convincente y emotivo, la impresión es que, con diez días por delante, las elecciones continúan estando muy abiertas y dependerán de detalles en cada circunscripción electoral.
En estos comicios el electorado tendrá la oportunidad de facilitar cambios para una nueva etapa política, renovadora e integradora, que sea capaz de dar soluciones a grandes cuestiones, entre ellas, resolver las disfunciones territoriales que lastran la economía española. Si no se da, España puede entrar en barrena. Del mismo modo que en el símil aeronáutico, el avión cae en barrena por fallo de uno de los motores, desequilibrándose y sin control, el asunto de Catalunya puede terminar con el País. Por supuesto que para Cataluña no sería buen negocio separarse pero, para el conjunto de España, la recuperación económica se vería muy comprometida si no se llega a un acuerdo con la primera región económica del País.
LO QUE DICE CIUDADANOS SOBRE EL MODELO TERRITORIAL DEL ESTADO:
«Clarificar el modelo autonómico, elaborando un listado de competencias exclusivas del Estado, competencias compartidas, y competencias de las Comunidades Autónomas. Enumerar las 17 Comunidades y las dos ciudades autónomas, para fijar el mapa autonómico de manera definitiva. Esto conllevará la supresión la disposición transitoria cuarta que contempla la posibilidad de incorporación de Navarra al País Vasco. …la supresión de los conciertos vasco y navarro y del Senado para crear un Consejo de Presidentes autonómicos, con Ceuta y Melilla con presidencia rotatoria.
Pesaría tanto una Comunidad como Madrid como la de Cantabria, mucho menos poblada y compleja.
Me preocupa, en este sentido, la posición uniformadora y jacobina de Ciudadanos. Se decanta por la continuidad del actual estado autonómico apostando por diluir las diferencias regionales y se muestra más cerca de un liberalismo de grandes empresas nacionales que del desarrollo de las economías locales.