Ciudadanos, entre el PP y la pared.

A estas alturas de la precampaña electoral Ciudadanos ya se ha convertido en la alternativa de voto para aquellos que ven al PP como el partido de la corrupción y los clientelismos; de la gestión de la crisis al dictado de las directrices europeas y de políticas y actitudes regresivas y autoritarias. Sin embargo, se albergan dudas sobre la trascendencia política de Ciudadanos en varios sentidos. Si pretende ocupar el espacio de centro derecha español, que hasta ahora ha estado votando al PP, o ser un partido de los liberales al uso europeo, es decir, un partido bisagra.

La segunda, si cree que España tiene que convertirse en un Estado federal de pleno derecho, es decir, transformar el modelo autonómico en un modelo federal, como así se definió Ciutadans cuando se creo en 2006; lo que implica la soberanía dual (eso son los modelos federales de Alemania o Estados Unidos), por el que se concilian competencias exclusivas de los estado federados en su régimen interior y de la Unión, en lo referente al ámbito nacional y su representación internacional. O, por el contrario, ya le va bien como ya está diciendo, el actual modelo con algunos retoques como  la supresión de las diputaciones y la reducción de algunas áreas competenciales autonómicas.

los dos

Respecto al primero, el abrazo tan evidente a doctrinas neoliberales como lo del IVA único, por poner solo una de las medidas anunciadas, choca de frente con su  definición liberal demócrata que, según Ciudadanos, significa ser liberales en cuestiones de derechos y costumbres (su líder se proclama agnóstico y partidario de la legalización y regulación de la prostitución) y socialdemócratas en cuestiones socioeconómicas, entendiendo, porque así se han manifestado, que están por la defensa del Estado del bienestar; obviando que ésa no puede ser una seña de identidad distintiva porque el Estado de bienestar, en Europa, es una conquista social asumida por políticos ilustrados conservadores, liberales, democristianos y socialdemócratas, en todo caso, eso sí, con notables diferencias en cuáles son las mejores estrategias para sostenerlo.

Ciudadanos, por otra parte, suscita dudas sobre el papel a corto, y a medio plazo, que quiere y que va a jugar en el próximo escenario institucional. Afirma que no se plantea entrar en ningún gobierno si no es el partido más votado, lo que, salvo mayúscula sorpresa poco probable, ya que la gran derecha económica seguirá con el PP a quien debe su cómodo y estatus y del que seguirá esperando protección, seguirá dando su voto al partido popular. Eso convertirá a Ciudadanos no en la alternativa, sino en una opción subalterna dando la razón a quienes les consideran como la marca blanca del PP, en el sentido de ser la cara amable de una misma política, quizás con una forma más simpática y dialogante. Ya se verá.

Ando estos días, mientras preparo la presentación de mi libro La España que Sí puede ser, a la espera de poder entrevistarme con Albert Rivera y ver de plantearle éstas y otras cuestiones, y preguntarle cómo puede casar ese federalismo, de origen, con un recorte competencial y eso de que ya no hay diferencias regionales porque el AVE ha acortado los tiempos de transporte entre autonomías, como dijo en una reciente entrevista. (¿?)

 

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