Del conflicto al acuerdo un paso.

Publicado en UH, 12-04-2014

 

Como era de esperar no hubo sorpresas en el debate del martes aunque sí se constató que, al contrario de hace un año, el gobierno no descarta de plano una reforma constitucional. Algunos se esforzaron en tensar el debate, calificando la pretendida Consulta como de referéndum de autodeterminación cuando, por el texto, se deduce que cabría una respuesta federal, por demás mayoritaria. La señora Díez, debería de estar satisfecha con que pudiera prosperar el federalismo; federalista de boquilla y recentralizadota, otrora conforme con una autodeterminación para el País Vasco (1999),  y hoy adalid salvapatrias de vocación, su partido compite por el espacio político de centro, sea de izquierda o derecha, y, como Vox y Ciutadans, buscando los votos del descontento y aún del antisistema.

Rubalcaba, con sentido de oportunidad y de estado, con latiguillos inteligentes que suscitaron aplausos en las filas populares, se ha revindicado para seguir dirigiendo el socialismo español que, ante las debilidades de los líderes regionales, como muestra la que triunfa aquí, se ofrece como el candidato con más garantías para afrontar las próximas elecciones generales.

La cuestión del encaje de Catalunya y España no es asunto menor, de modo que si no se afronta con voluntad de acuerdo, el proceso puede resultar irreversible a corto o medio plazo, aunque la coyuntura actual dé las de ganar al Estado.

Los manuales de resolución de conflictos enseñan que cuando se está ya en la fase de “conflicto manifiesto”, resulta imprescindible que las partes tengan muy presente las ventajas del éxito de la negociación y evitar, en todo momento que una escalada emocional nuble la racionalidad que debe iluminar todo proceso negociador.

Para los expertos, resolver conflictos es escuchar y crear un clima de empatías, por el que cada cuál se ponga en la piel del otro y, separando las ideas de las personas, construir un punto de vista común, paso previo a diseñar un panel de objetivos alcanzables.

En todo caso, para encarar con éxito un proceso de resolución de conflicto debe de prevalecer una actitud colaboradora; el ganar-ganar, en que las partes ganen sin que nadie pierda. Para ello, naturalmente, es necesario honestidad y voluntad de llegar a acuerdos; talento en plantear estrategias y pasos creíbles para las partes y habilidades de liderazgo, que no sabemos si se dan más allá de los liderazgos de posición, dimanantes del papel político de cada cuál.

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