Tras una semana de prolijos análisis en torno al resultado de las elecciones andaluzas ya se ha dicho casi todo y, aquí, sólo cabría algún matiz sobre la sorprende pérdida de votantes del partido popular; 470.000 respecto las generales y, más significativo, 207.000 votos menos respecto las anteriores autonómicas.
Para explicar porqué el PP pierde votantes que le apoyaron en las autonómicas de 2008, habría que fijarse en que el 77% de esa pérdida se concentra en Málaga (58.366), Cádiz (35.359), Granada (42.405) y Almería (23.428), provincias que junto a Sevilla, son las más innovadoras en sectores económicos punteros e industria agroalimentaria.
Empresarios, autónomos, comerciantes, habría desconfiado de medidas de austeridad agresivas y de reformas estructurales profundas que supongan parálisis y, en coincidencia con los socialistas e IU, temerían que el fin del subvencionismo abriera nuevas incertidumbres económicas.
Volviendo al análisis electoral, los expertos saben que las mayorías parlamentarias, más allá de horquillas previsibles por el voto de fidelidad, se explican por el voto prestado que suele depositarse para beneficiar a una formación política; pero, que se explica menos cuando se trata de dejar caer al partido propio. En estos casos, habría que remover cuestiones de mayor calado rastreando los resultados desde la procedencia de los votos prestados y el contexto en que se emiten.
Una aproximación a la evolución de los resultados electorales desde las pasadas elecciones generales habías desde 1982, muestran que los partidos políticos tienen determinados umbrales de fidelidad que para el partido popular sería del 38 %, en tanto que para el PSOE sería de un punto y medio inferior, el 36,5 %. Si se atiende a la correlación con las demás opciones políticas, por el contrario, la suma de fidelidad de los referentes de izquierda, sumaría 44,8 %, mientras la suma de la derecha de ámbito nacional estaría en el 43,5 %; manteniéndose en torno al 5% el nacionalismo catalán.
Del porqué el mapa político parece escorado hacia la izquierda, si esa realidad electoral, no cambia sustancialmente con el nivel de participación ni con el voto en blanco, se debe, especialmente, a la definición de las circunscripciones electorales que tienen mayor incidencia en los resultados de las elecciones que el sistema electoral y la denostada ley d’Hondt.
Publicado en Última Hora, el 31-03-2012.