Negociación colectiva o imposición.

La Agrupación Empresarial de Autocares Discrecionales de Baleares ha trasladado a los sindicatos un acuerdo de suspensión temporal de las negociaciones sobre el convenio colectivo del sector y propone prorrogar el actual hasta final de año.

«la difícil situación que atraviesa la negociación ha llevado al acuerdo de suspender el proceso con la finalidad de concederse a ambas partes un plazo para reflexionar y retomar el diálogo más adelante, con nuevas propuestas que permitan alcanzar el deseado acuerdo».

No obstante, el próximo día 3 de octubre se reiniciarán las negociaciones con los sindicatos para poder llegar a un acuerdo definitivo que dé forma al nuevo convenio colectivo del sector del transporte discrecional.

La huelga de este verano convocada por un sindicato minoritario, que representaba al 20%, provocó el caos durante tres días con destrozos a autocares (40) y una turista herida. Por fortuna, la cordura se impuso y se desconvocó en un momento en que la temporada turística pordría haberse torcido si la coyuntura hubiera sido distinta.

El momento económico no está para presiones preventivas como huelgas que muestran «la patita» del caos para imponer tal o cual revindicación, a riesgo de cargarse la imagen de estabildad y servicio al cliente, que es el activo más importante del posicionamiento turístico balear. Con las cosas de comer no se juega, vino a decir el president Bauzà.

La negociación colectiva tiene la misión de buscar las mejores condiciones de trabajo y producción, para el trabajador, y rentabilidad y flexibilidad, adecuación al mercado, para la empresa, con el objetivo de que la actividad empresarial no se detenga y alcance cuotas razonables de mantenimiento de actividad. No tienen sentido medidas de fuerza que pongan en riesgo la propia empresa. Cada vez más, la negociación y los convenios deben de producirse por mecanismos de previsibilidad con seguimiento reglado, de modo que los «liberados» sean innecesarios porque, su generalización, se basa en un principio de desconfianza, entre empresarios y trabajadores, de «ratería» propio de conceptos como «lucha de clases» en que no se persigue el bien general sino la prevalencia de uno sobre otro.

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