En la encrucijada del gran cambio

Nos hallamos ante un cambio de paradigma en las relaciones políticas, económicas y sociales. Hace una década, parecía que las generaciones siguientes superarían a las anteriores en expectativas de progreso y calidad como sociedad; hoy, sin embargo, debido a la consideración de la civilización en términos de globalidad, la resultante de este mundo interconectado es una bajada general de nivel.

La concurrencia de otras sociedades, con distintos principios culturales y genéricos, y la homogeneización de las sociedades desde patrones de civilización más bajos, en términos de nuestros referentes culturales, conduce a la sospecha de que el esfuerzo civilizador europeo, acelerado y progresivo desde la conquista política de las libertades, enla Inglaterradel siglo XVII, parece retroceder. Occidente, sin entrar en controversias deterministas, está forzado a redefinirse desde su identidad, profundizando en sus conquistas políticas y sociales, de lo contrario sucumbirá reo de pautas económicas y políticas orquestadas en los nuevos centros políticos de poder que utilizan los flujos financieros, y las economías emergentes, como fuerzas de penetración y dominio.

Pero, no hay que rasgarse ninguna vestidura. Se trata de la presión de las economías regionales emergentes en pleno apogeo de este sistema económico que, ya en sus primeras tiempos, enla Holandadel siglo XVII, experimentó la ingeniería financiera, origen de la deriva obstruccionista del sistema de libre mercado; la producción de tulipanes se vio presionada financieramente, en forma de mercado de futuros sobre la producción, formándose una monumental burbuja que, al pinchar, llevó a especuladores y cultivadores a la ruina y a Holanda a la depresión económica por años.

Las crisis financieras están aquí para quedarse y la forma de afrontarlas es, naturalmente, más sentido de la realidad, disciplina presupuestaria y de déficit; externalizando esfuerzos como antaño, en que la sociedad civil gestionaba buena parte del gasto social, como en cultura, que siempre estuvo en la zona de los patrocinios. Pero, sin duda, la apuesta relevante es saltar el círculo vicioso de la inmovilidad estructural de los estados, para trabar socios estratégicos de futuro; coordinaciones institucionales que deben transmitir fortalezas en nuevas sinergias. 

(Publicado el UH, el sábado 06-08-2011)

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