Grecia, como síntoma.

La prensa publica la carta de los presidentes de los grupos PPE, S&D y ALDE en el Parlamento Europeo, en una declaración inusual, sobre el rescate de Grecia, entre otros dice:  «Los europeos se enfrentan a una elección clara: si desean conservar el euro, deben decidirse a hacer converger sus políticas económicas, es decir, sus políticas presupuestarias, fiscales y sociales. Se trata de dotarnos de una gobernanza capaz de neutralizar los desequilibrios macroeconómicos en el seno de un espacio económico aún heterogéneo. «

(http://www.elmundo.es/elmundo/2011/06/22/union_europea/1308777566.html?a=82f2be7796ccc6ce4d04a5d282a04edd&t=1308805555&numero=)

Convergencia europea que, en mi opinión, que será inviable si se pretende mantener artificialmente homogeneidades donde no las hay. Las graves distorsiones económicas y sociales, históricas podríamos decir, actúan de lastre para avanzar hacia la unidad de mercado en cuyo camino las únicas variables, para atemperar y evitar incrementar las diferencias entre unos y otros estados de la unión, está en mantener diferencias salariales a tenor de la  capacidad productiva y la competitividad de cada cada país que es la variable que que puede decantar inversiones en lugares donde por su localización o distancia de los mercados, no serían  rentables y, por lo tanto, viables. El despegue de Asia obedece a estas directrices: están muy alejados (pero el transporte, hasta ahora, es muy barato y los costes de producción (radicación y salariales) muy bajos.

Una de las cosas que estamos haciendo mal, es que los niveles salariales de la estrcutura europea se mide por el patrón más alto, lo que incrementa desmesuradamente los costes de la administración europea, máxime cuando se impone cuotas de funcionariado por stados miembros. Es como aquélla vigente obsesión de paises tercermundistas por mantener una aviación comercial de bandera, cuando el realismo de los números eo occidente va en sentido contrario, renunciando al prestigio ilusorio de las banderas nacionales.

Para el caso de Grecia, su desastre está en que hicieron del fraude a la UE una práctica habitual, también en Italia tendría mucho de verse (recuérdes el afer de los olivos de cartón piedra que se fotografiaban desde el aire simulando plantaciones en producción. Recuerdo que en los años sesenta y setenta las banderas de conveniencia de la marina mercante, en el Mediterráneo, solían ser griegas. Todo un indicador.

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