Descalificaciones y demagogia, recursos de perdedores.

 

 

Es penoso que la amoralidad y el oportunismo se hayan instalado en los imaginarios colectivos revestidos de legitimidad, y que algunos políticos utilicen recursos demagógicos, el todo vale, para alcanzar objetivos que no conseguirían de otro modo.

En Estados Unidos, el “Tea party” sigue protagonizando la contestación republicana y metiendo miedo a cada iniciativa del presidente norteamericano; el movimiento “bither” y Donald Trump, magnate de los negocios con intereses en Irak, ha obligado al presidente Obama a demostrar que es americano de nacimiento. El propósito, una escala de infundíos para desprestigiar a Obama y evitar que sea reelegido en 2012.

Ciertamente, a fuerza de tener por habitual lo que deberían considerares disfunciones de la sociedad en un sistema democrático, se incrementan la desafecciones en los valores integradores de la convivencia. Aumenta la disgregación social y cultural, el pasotismo, la abstención política y se conforman realidades virtuales y marginales (mundos existentes solo en los deseos de quienes los apuntalan), escapismos y huidas hacia delante que no exigen  compromisos serios porque no se sustentan.

En nuestro patio particular, tras haberse proclamado las candidaturas electorales y presentado sus respectivos programas, ya ha comenzado la irrupción de las “contraprogramaciones” en materia electoral. Son esos mensajes, y promesas electorales huecas, que se arrojan al contrario para silenciar su voz; acciones tácticas que pretenden diluir y solapar argumentos ajenos en pos de titulares de prensa, demagógicos los más, persiguiendo adhesiones y fidelidades emocionales.

A modo de sms o de eslóganes de twitter, al estilo de los “putiferios” televisivos, se desprestigia y se lanzan promesas puntuales y esquemáticas buscando suscitar miedos e inseguridades, con el propósito de acallar argumentos de los contrarios y que el programa de gobierno de quines aspiran a gobernar mejor se diluya en la confusión. Se trata, como en el propósito de la última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, de ahogar al contrario, aún bordeando la ley, buscando que se entre en barrena, sin importar los daños colaterales que se produzcan.

Y todo eso, con apoyos mediáticos amigos que lanzan juicios de valor, pretendidamente imparciales, que en buena parte acaban por ser desautorizados por instancias judiciales; como el caso del humorista José Luis Moreno que recientemente ha visto levantada su imputación. Sobre estas cuestiones, por otra parte, habrá que tomar nota del desenlace de las piezas judiciales abiertas, y de si terminan en juicio; y, en aquellos casos en que no se estime responsabilidad civil o penal, habrá que pedir cuentas a quien corresponda de cómo se ha gastado tanto dinero público por un celo excesivo o poco fundado.

Entre tanto, a estas alturas, la sociedad sabe distinguir entre parafernalias y verdades, y se da cuenta de cuánto hay de abalorios, y malabares dialécticos a la desesperada detrás de acusaciones gratuitas e interpretaciones insidiosas, al final el electorado penalizará esas frivolidades.

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