2. EL TERRITORIO QUE ES PENSADO.
Antes de abordar la caracterización del territorio turístico conceptual, como una forma específica de mapa mental en que el sujeto define sus respuestas y los límites del espacio subjetivo, se describirá el discurso que fundamenta esta ilación razonativa objeto de esta comunicación.
Nos situaremos en las aportaciones de Habermas (HABERMAS, 1989: 494) sobre los planos contingentes de la percepción del espacio, el sistema social y el aspecto interior de la concepción del espacio, después traeremos a colación a Milton Santos y Lefebvre y nos fijaremos en Sack, y en el concepto del control de acceso para delimitar el territorio que, aquí, traduciremos como el control que se ejerce cuando se elige una opción o querencia turística. Finalmente, nos interesan las aportaciones de Lopes de Souza, enfocando la territorialidad sobre la síntesis de elementos coercitivos (de poder) en el sustrato de las relaciones sociales que, en nuestro tema, se referencia en una esfera conceptual independiente que se desarrolla en el marco de las relaciones culturales-simbólicas que son autónomas de su vinculación al espacio físico.
Con la reflexión que presenta Rogério Haesbaert (HAESBAERT, 1997: 293, cit. HERNÁNEZ, J. 2007: 4) en torno al territorio en tiempo de la globalización nos fijamos en el territorio no físico, abriéndonos a la conceptuación de nuestro interés el territorio conceptual, desde la perspectiva de un espacio diferenciado que no tiene que ver con la percepción de territorio que pueda argumentarse referida a un lugar. Corboz (2001) está en esa dirección cuando dice que el territorio es el resultado de diversos procesos. Por último, en este apartado, se trae las visiones de I. E. Castro (1995) y otros, en que se trata sin disimulo de los espacios red, referido a las redes Internet, lo que nos facilita la defensa de nuestra hipótesis de los territorios turísticos conceptuales y su presentación en malla. Sin duda, las conclusiones de André Lemos, con que finaliza la comunicación que citamos sobre el Territorio Informativo, cuando dice que los medios locativos (dispositivos digitales de localización, GPS…) producen experiencias que crean dinámicas informativas y sucesos arraigados en objetos físicos y localizaciones, (LEMOS, 2007: 11) refuerzan nuestra hipótesis de trabajo, porque, análogamente, podemos referirnos a territorio conceptual, donde Lemos dice virtual, y ambos, en último término, se ciñen a algún tipo de referencia espacial (localización vs. estrategias de venta y promoción), con lo que quedaría justificado que hablemos de territorio conceptual referido al campo de la motivación y la oferta en el turismo.
2.1 El espacio social percibido y conceptual.
Para llegar a la caracterización de territorio que aquí nos interesa, nos anclamos del pensamiento dialéctico de Habermas (1987) que en La Acción Comunicativa estudia la sociedad como un conglomerado de sistemas complejos, estructurados, donde el espacio fijo (estático), desaparece transformado en proceso, siendo que la sociedad que lo inunda aparece descrita en dos planos superpuestos: el mundo de la vida social y el sistema social; regidos o perfilados, respectivamente, por la racionalidad y la complejidad.
El primer plano, el de la vida social, vendría representado por la perspectiva interna, constituyendo el punto de vista de los sujetos que actúan sobre la sociedad. El segundo, el de la complejidad, se refiere a la trama sistémica que actúa en esa perspectiva externa; siendo, ésta, el sistema social que invade, condiciona y dirige ese mundo de vida social, electiva.
Enfatiza, Habermas, esa distinción llamándolos “Mundo” y “Mundo de vida”. Esta conceptuación diferenciada sirve al deslinde de ámbitos en que los participantes, los actuantes (cada sujeto, persona) en una situación dada son accesibles a la tematización o quedan sustraídos a ella. (HABERMAS, 1989: 494 cit.PILLET 2004: 142).Vemos ya, en este arranque desde la sociología, que desde nuestro discurso de interés en esta comunicación, el “Mundo” orbita en el sujeto, sus expectativas o/y las motivaciones que organizan nuestro espacio, el territorio turístico conceptual; pero, éste, será, también, delimitado (controlado) por el sistema social; el “Mundo de la vida”; el mercado, mediante la interacción en ese proceso de asimilación donde convergen aptitudes con las actitudes, dándose una apropiación del espacio social por el espacio pensado, percibido y planificado. El impulso que controla la cualidad del viaje del turista se erige en jerarquía y actúa en un territorio imaginado, conceptual, que interacciona con las directrices del otro centro generador, y complementario del territorio turístico conceptual, como es el mercado, la oferta, sin la cual el impulso del viaje no tendría consistencia.
El sociólogo alemán nos ha facilitado, pues, situar en la zona de la percepción, los actores funcionales de ese territorio turístico conceptual que se propone: el plano de la vida social, es decir, la elección, las preferencias, las motivaciones; y, el plano del sistema social, el mercado que determina los límites del territorio. Aunque, como resulta obvio, cuando se trata de la esfera de la percepción y de lo conceptual, es apropiado referirse a circuitos de “feedback” entre el mercado, que determina los límites de ese territorio “de apetencia”, y la percepción, de éste, que tenga el sujeto que activa el viaje, el turista; sea por conocimiento previo o por la cualidad de los instrumentos de comunicación, publicidad, que le llegue.
El geógrafo Milton Santos, en su obra “Por una Geografía Nueva” (1987), puso el interés de su estudio en el espacio, que llamó banal, el espacio verdaderamente humano el espacio de toda la gente, diferenciándolo, del espacio al servicio del capital y de unos pocos, se trataba de una visión extensa del concepto. El espacio debe considerarse como un conjunto de relaciones realizadas a través de funciones…como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente, y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren y que se manifiestan ante nuestros ojos por medio de procesos y las funciones (SANTOS, M. 1987: 138).
La aportación de la visión de lo vivencial, de lo experiencial, del interés por el espacio en cuanto a la interacción de las formas representativas de las relaciones sociales y una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren, de Santos, permite que, con propiedad, podamos conceptuar de espacio, al interés subjetivo, a la representación mental que tenemos del medio social circundante en el que estamos inscritos que, está, objetivamente perfilado por sistemas y subsistemas de relaciones: el mercado, los instrumentos institucionales y estratégicos. Y esa doble entrada de interacciones están constituidos por elementos “fijos” y por “flujos” (SANTOS, 1996: 75), que, en nuestro particular interés del tema de la comunicación, traducimos por idiosincrasia del sujeto como elementos fijos (que asimilaríamos a motivaciones que van a contribuir a definir el territorio turístico conceptual y los lugares de destino) y, como flujos, la variabilidad de las estructuras en que se organiza el mercado, la oferta y sus interpolaciones y clusters; todo ellos, elementos (o componentes) fijos y flexibles, conformando redes territoriales que aparecen como vectores de modernidad, pero también de entropía (SANTOS, 1996-2: 139). Eso es, en nuestro discurso, se definen territorios turísticos conceptuales nuevos como ofertas exclusivas de motivación/mercado, pero también se estandarizan normalizándose, igualándose masificándose; vectores de entropía.
En esa dirección, afirmaba, el geógrafo brasileño, que se estaba configurando “un sistema mundial” que iba a posibilitar cambios profundos, generalizados e inmediatos, donde la tierra se convertiría en un solo y único mundo…asistiéndose el nuevo orden global o periodo técnico-científico-informacional que venía a sustituir a la revolución industrial; tratando, así, de imponer a todos los lugares una única nacionalidad de forma que cada lugar sería, al mismo tiempo, objeto de una razón global y de una razón local, conviviendo armónicamente (SANTOS,1996: 272-273, cit PILLET) Estaba, junto con el sociólogo Manuel Castell, avanzando el espacio informacional, y la geografía referida a la red informática, a Internet. En ésta, el agente, la persona, define el espacio de su dominio mientras está en él, en tanto que una vez desconectado el espacio desaparece, pudiéndose volver a configurar siempre que el agente, vuelva a configurarlo y en los mismo términos; es decir, los mismos enlaces.
Vemos, aquí, otro eslabón de nuestra proposición de territorio turístico conceptual al comprobar que, en éste, se reproducen caracteres significativos que delimitan la noción de territorio, análogos al caso particular de la red informática. De modo que el espacio es el momento, el planteamiento temporal, de un modo de producción de relaciones y de las estructuras que las organizan, de ahí que esto nos lleve a la consideración de un espacio no físico, sino en la línea anterior, de percibido, conceptual donde prevalecen producciones organizativas: las propias del sujeto que organiza el viaje y las organizativas del mercado