Lejos de mostrar alguna modestia asumiendo errores, Rajoy insiste en que el País se ha equivocado al no votarle. Dice que los españoles no han entendido la recuperación económica y que la corrupción ha hecho daño. En cuanto a lo primero, el electorado ha comprendido perfectamente el alcance de la recuperación; respecto a lo segundo, lo que de verdad ha hecho daño es percibir la complicidad de los actuales dirigentes no queriendo descubrir el verdadero alcance y complicidad de la corrupción. A veces pienso que el Presidente quiere quedar para la historia, como el héroe que supo cargarse ese Partido Popular embebido de refulgencias iconológicas de la Dictadura, para que por fin fuera posible en España un partido de centro derecha de corte europeo; centrista de verdad; laico en su obediencia y de garantía de las libertades y derechos fundamentales por encima de ideologías sectarias y religiosas. Un partido, en suma, homologable con la derecha de nuestro entorno europeo.
El Presidente ha promocionado caras nuevas más jóvenes, algunas con pasado díscolo, sin que se sepa si se trata de jóvenes renovadores o que han sido promovidos para acabar de asimilarlos en la vulgaridad ideológica del Partido. Se sospecha que lo segundo porque siguen bajo la atenta disciplina del “sanedrín” que controla la política del gobierno. Es más, todo indica que los cambios se han hecho con la intención de acallar a los perplejos e indecisos que podrían plantear un cambio radical, controlado, en términos de partido popular. La próxima convención nacional, de julio, será pues un Prietas las Filas, para desactivar la ola de contestación y de autocrítica que afloró en las primeras semanas tras la debacle.
Nuevo sondeo: el PSOE pisa los talones al PP, que ganaría las generales, y C’s se desinfla
Según el último sondeo de Sigma Dos para Mediaset, el PP (27%) ganaría las elecciones pero muy seguido del PSOE (26,1%). Como tercera opción se situaría Podemos (26,1), mientras que los de Rivera se hunden (10,3%).
El problema del PP es su profesionalización. Y no ocurre lo mismo en el partido socialista porque el PSOE ha tenido la suerte de haber sufrido discontinuidad en las familias internas que han detentado el poder; eso ha dificultado que se consolidaran extensas tramas de intereses. La actual cúpula del PP, y los apoyos que la sustenta, saben que si se deja aflorar, y organizar, el descontento de la militancia con alternativas renovadoras, la fractura será inevitable. No se sabe si las clientelas más derechistas, y emparentados ideológicamente con los presupuestos de la antigua Alianza Popular, se verían abocadas a salir del Partido y unirse a Vox o a crear nuevas formaciones o, por el contrario, serían los sectores centristas, liberales y regional-autonomistas y federalistas, los que irían a engrosar la militancia del PI o Ciutadans. La cuestión se dilucidará pronto.
Rajoy, en su lógica de reforzar la autoridad presidencial, no va a permitir congresos regionales por el riesgo de que pudieran plantear estrategias divergentes. El PP regional sabe que el discurso Rajoy que cuaja en los feudos populares peninsulares, no tiene ya recorrido en la nueva etapa política iniciada en las pasadas elecciones y anunciada en las europeas de hace un año. Si no se realiza una convención regional antes de las elecciones generales que ponga sobre el tapete la realidad de lo que piensa el PP balear y si las candidaturas no se realizan en consonancia con ésta, el PP estará herido de muerte como partido mayoritario.