Publicado el 26/04/214 en UH.
En una reciente entrevista a George Soros, financiero, especulador y, últimamente, filántropo de reconocida audiencia mundial, mostraba su decepción porque la unión bancaria europea y la hoja de ruta para su implementación, aprobada hace unas semanas por el parlamento europeo, no responde a las expectativas que había generado. Se trata de una unión bancaria más confederal que federal, en su opinión, en la que sin desmerecer de los avances en la regulación y homogeneización del sistema financiero, esperar ocho años para disponer de la totalidad de un fondo europeo mutualizado, no garantizará poder prevenir nuevas situaciones de riesgo.
La toma de decisiones que se ha impuesto, afirma Soros, es complicada, con demasiados organismos implicados, resultando ineficiente en caso de emergencia. Dado que el sistema de voto depende de la contribución de cada país, Alemania, la mayor economía europea, seguirá dictando las normas.
La controversia creada desde el inicio de la crisis y, sobre todo desde que Alemania impusiera la austeridad como mantra, sigue estando entre impulsar políticas de corte keynesiano, como hace la administración de Obama con buenos resultados, o seguir con la austeridad como norma. En ese caso, la mayoría de los expertos coinciden en que habrá que ser más flexibles, aprovechando el fin de la recesión para dinamizar la economía y generar nueva actividad, y todo ello, a mi modo de ver, en la exigencia de una estrategia económica a nivel europeo que se adecue a cada situación sectorial y territorial.
A punto de cumplirse cuatro años desde las primeras medidas de reducción del déficit, impuestas por los organismos internacionales y sancionadas, o promovidas, por el comportamiento de los mercados, es un hecho que se está en la senda de la recuperación, sean con las cifras que publica el Banco de España, del 0.4 por ciento de crecimiento para el último trimestre.
Morgan Stanley opinaba en febrero de 2013 que la reducción de los costes laborales y la rápida mejora de las exportaciones podría convertir a España en la próxima Alemania y, en octubre, el Deustch Bank llegaba a la misma conclusión.
Pero todavía no merecemos la credibilidad de Alemania para relajar las políticas de austeridad porque no hemos hecho suficientes esfuerzos para reducir la “grasa” de las administraciones y, en especial, de la administración central.