Rajoy, el mejor activo del PP.

 

 

La comparecencia de anteayer siguió los derroteros previstos: no entró en cuestiones substanciales, pero dejó claro, con la descripción de la batería de medidas anticorrupción, que se estaba ante un borrón y cuenta nueva.

Rajoy salió por las tangentes, pero este efímero éxito de contención no va a alterar que todas las previsiones apunten a que el partido popular no podrá seguir gobernando tras las elecciones generales de 2015.

El Presidente encara la segunda mitad de la legislatura con el desgaste político que provocan los recortes asimétricos y el desafío soberanista de Cataluña; al que hay que sumar la crisis de credibilidad de instituciones básicas del Estado, como el Tribunal Constitucional o la funcionalidad de los partidos políticos siempre bajo sospecha.

Las encuestas indican que hoy el partido popular perdería de un tercio, a casi, la mitad del apoyo electoral que tuvo en las pasadas elecciones generales. En escaños, los populares perderían de 44 a 51, UPyD podría sumar hasta alcanzar los 33 diputados e IU estaría sobre 40, mientras que el nacionalismo se mantendría o aumentaría ligeramente. Todas las encuestas vaticinan que, aún ganando las elecciones, el partido popular no alcanzaría la mayoría suficiente de gobierno, ni sumando a Rosa Diez que, reforzada tras el debate, hasta podría aspirar a encabezar una coalición.

Si el PP ha perdido el 10 por ciento de votantes, mientras los socialistas mantienen su electorado de 2011, no solo es por la dureza de la acción de gobierno sino también por la imagen de descomposición moral que se está transmitiendo ante la incapacidad de separar de sus filas a quienes han sido responsables, y a quienes han consentido y beneficiado de las malas prácticas.

Ante la gravedad de la situación, tanto política como económica, Rajoy se enfrenta al desafío de actuar como el presidente del partido popular o convertirse en presidente de todos. La salida a esta falta de credibilidad institucional apunta a reformas en profundidad, también de la Constitución, en la que Rajoy podría asumir un liderazgo similar al de Adolfo Suárez que, con la Corona, supo reconocer el momento histórico para el cambio que España necesitaba.

Publicado en UH, en 3-agosto-2013

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