Una reciente encuesta sobre la institución monárquica muestra que solo un 53,8 % de los encuestados se manifiestan favorables a la monarquía como forma de estado, mientras un 57,8 % de los más jóvenes, de 18 a 29 años, se declaran contrarios.
Los datos que revela la encuesta se parecen al apoyo que tenía Juan Carlos I a la muerte de Franco. Impuesto por el dictador, como su sucesor a título de rey, Juan Carlos I en los círculos de influencia solo tenía el apoyo de la camarilla monárquica y la mayoría del Movimiento Nacional (la organización política fiel a Franco), mientras que los sectores que habían estado en la formación del franquismo, falangistas y excombatientes, así como el ejército y la iglesia, veían como un dislate volver a una institución que habría terminado su papel histórico.
Tras el mal comienzo, la propaganda política y la necesidad de creer en una transición hacia la democracia, consiguieron que a Juan Carlos se le diera un margen de confianza que se reveló acertado en dos momentos cruciales: En Catalunya, Juan Carlos, en perfecto catalán, admitió que “l’afecció dels catalans a la llibertat és llegendaria, i sovint ha estat fins i tot heroica”, gesto de reconocimiento lingüístico y regional que repitió en gallego en Julio.
Y en su discurso en el Congreso de los Estados Unidos, Juan Carlos afirmó que la monarquía procuraría garantizar la paz social y la estabilidad política “bajo los principios de la democracia”, lo que requeriría “el acceso ordenado al poder de las distintas alternativas de gobierno, según los deseos del pueblo libremente expresados”
Hoy el Juancarlismo que trajo la monarquía parlamentaria, con el buen asesoramiento de su padre Don Juan, y que se ganó el mando en plaza, como bromea el monarca, cuando detuvo el intento de golpe de Tejero, se ha agotado.
Las nuevas generaciones exigen un nuevo pacto con la monarquía y éste, a mi modo de ver, ha de ser en el marco de una monarquía que impulse la España Federal, como funcionaba, mutatis mutandis, con los Reyes Católicos y los Aubsburgo. Se trata de legitimar políticamente la continuidad monárquica.
Publicado en ÚLTIMA HORA, el 05-Enero-2013
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