Las Ong’s, la cooperación y la inseguridad en las misiones.

El secuestros de dos miembros de Médicos sin frontera,  Blanca Thiebaut y Montserrat Serra, el pasado jueves en el campo de refugiados de Daadab (Kenia), próximo a la frontera con Somalia, es el último episodio de violencia extrema en la que se han visto envueltos personas de nuestro país. Hace unos meses, fueron otros cooperante en el Sahel en Mali. Hoy, se ha conocido que Marie Dedieu, francesa de 66 años secuestrada en Kenia supuestamente por el mismo grupo islamista que retiene a las dos cooperantes españolas, ha muerto, según ha revelado esta mañana el Ministerio de Asuntos Exteriores. Y parece que los asesinos pretende vender el cadáver a las autoridades para su repatriación. 

Los grupos armados islamistas, o no, todo es muy oscuro cuando se trata de bandas que operan en la clandestinidad de los desiertos en estados sin ley, ahora se les llama «fallidos», tienen por costumbre cobrar peajes a los organizaciones humanitarias por su labor de asistencia a masas desposeídas de todo.  En la práctica, los refugiados, desplazados por las guerras o por la calamidades natuerales, constituidos en bolsas de extrema probreza, son rehenes de la tutela de los ejércitos de los «señores de la guerra», siendo la mercancia que aporta para la «caridad» internacional a cambio de un alto porcentaje para los constroladores «in situ», funcionarios de los estdos receptores, en el mejor de los casos, cuando no los propios secuestradores. Al decir de las Ong’s, mejor pagar los peajes que abandonar a su suerte a milenares de desposeídos que acabarían en redes de tráfico humano, soldados a la fuerza o la muerte por hambre y enfermedad.

¿Se puede hacer algo para combatir y tener alguna respuesta honrosa y no entreguista, cediendo a los cahantajes?

Cada vez se requiere que los cooperantes oberven ciertos protocolos de seguridad y, en ciertas áreas, se tenga prohibido el acceso. Sin embargo, se puede abandonar a conciencia a poblaciones en el límite de la supervivencia?

Y, más aún, se puede impedir que organizaciones altruistas quieran, aún con plena consciencia de su riesgo, internarse en zonas de conflicto?

Moralmente, las respuesta es no. Y, por muchas advertencias que se hagan desde las instituciones, una vez ocurrido el secuestro o la muerte, un gobierno no puede cruzarse de brazos con la excusa de que ya se les había advertido. No es viable. Lo sensato es tener un política, tener planes para estas situaciones que, obviamente, no tienen nada que ver con protocolos de resolución de conflictos al uso, que se concretan en el pago de un rescate a través de oficinas de representación que las bandas criminales tienen bien establecidas.

Urge un plan estratégico: Que pasa por la formación de algún tipo de cuerpos armados para la protección de la cooperación.

Se trataría de una nueva versión  de la «mili». En efecto, soy de los que piensa que la «mili», es  decir, el paso por la experiencia militar constiuía una formación muy apreciable, y nada valorada, que contribuía a la constitución de valores a la sociedad. En rigor democrático, es exigible a la sociedad que tenga unos mínimos de conocimiento del medio militar, dado que la democracia también es defenderla si fuera preciso desde el plano de la milícia.

No es momento de extenderme en razonamientos, pero baste señalar que el paso por el ejército, en cualquiera de sus armas, no se ciñe al estritamente manejo de armas, sino que tiene su vector más importante en la formación de eso, tan manido y manipulado, que se llamaba el espírito patriótico…Claro, desde valores constitucionales título VIII incluido. Hoy, como es evidente, nuestros conciudadanos tienen espíritu humanista y globales, está bien, si no fuera porque tratan a otros como sus iguales, cuando no es así: esos que secuestran no son pobres almas descarriadas, son criminales (ya sé…que el buenismo, con bastante razón, dirá que las circunstancias los indujeron…) pero, lo cierto es que o nos mantenemos firmes e inflexibles en nuestros principios del estado de derecho, o todo nos puede estallar.

Para ir cerrando, se trataría de un servicio de protección civil para intervenciones de urgencia (un año, retribuido con una prestación pongamos de 450 euros), en servicio interno como la mili de antaño, en cuarteles que los hay si n uso y con servcios de intendencia afines. El propósito sería la cooperación exterior en colaboración con ong’s específicas…

El plan de estudios, prácticas…etc. seguro que hay quien lo desarrollaría muy bien.

Las ventajas: en tiempos de crisis, para jóvenes entre 16 y 25 años, se les sacaría de paro o del no saber qué hacer; mientras se les formaría en muchas vertientes, no solo las explícitamente de protección civil en el sentido de este comentario.

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