El Congrés Internacional de Turisme de l’Euram, Euroregión del Arco Mediterráneo, recientemente celebrado en Palma, suscita algunas reflexiones. La primera es una obviedad que muchas veces se olvida y es que, como decía en una reciente entrevista el escritor y periodista de Le Monde Diplomatique Ramón Chao, son las empresas las que tienen el poder, no el estado. O la más explícita afirmación del sociólogo Manuel Castells, los estados ya no pueden gobernar, solo negociar. Viene a cuento esta observación en relación con la asimetría en la representación de las regiones euram en esta reunión sobre turismo, faltaba empresariado francés. Eso nos recuerda que planteamientos comola Euram, como anteriormentela Unión Europea, o aspiraciones a algo que se parezca a una sociedad mundial, sólo tiene visos de realidad en la medida en que se comprometa en el proyecto a las economías, al tejido productivo (empresarios y consumidores), y al poder económico, en el sentido de los grupos financieros que dirigen las dinámicas empresariales.
Es cierto que, sobre el papel,la Euramtiene mucho sentido no sólo por la potencia de regiones que agrupa sino también por la condición de su fundación. Una estructura que se pretende de tipo horizontal, no jerárquica, a modo de una super-Cámara de Comercio, que se quiere que actúe de coordinación, a nivel global tomando iniciativas para atraer negocio hacia la zona Euram (Midi-Pyrénées, Languedoc-Roussillon, Andorra, Aragón, Cataluña, Baleares, a falta de incorporar Valencia, y de, a mi modo de ver, invitar a Murcia), y que, en el plano interno, se preocupe de la mejora del capital productivo de su economía buscando que sea más competitiva; reforzándose ante las disfunciones de la globalización, y del capital social, coordinando esfuerzos para hacer frente a los nuevos desafíos, como los derivados de la inmigración.
Por lo que respecta al contenido de las ponencias especializadas en el turismo destacar dos cuestiones generales que, además, afectan directamente al negocio turístico: La falta de comunicación entre los centros de investigación de las universidades y el empresariado y la ausencia de una estrategia pública para dotar a los espacios turísticos de un sistema financiero estable.
El turismo como un estilo de vida, es para el profesor Jafar Jafari, uno de los factores más importantes que influye en la dinámica del turismo. Hacer turismo ha devenido una actividad imprescindible, habitual, por lo que forma parte de una manera de ser. Pero, además, el turismo ha pasado de una acumulación de lugares, de cosas vistas, para suponer experiencias que se quieren vivir. José Manoel Gândara, se refirió a la transición de la “sociedad del bienestar” a la “sociedad del ensueño”, de Jensen. El turista cada vez más quiere que se le ofrezca un plus emocional que pueda llevarse a su experiencia incorporándolo a su acervo particular, y en esa pretensión estamos todos los ciudadanos; todos somos potenciales turistas, esto abre el abanico de la demanda que, además, se diversifica, extraordinariamente, en segmentos de interés nuevos que se añaden a los ya existentes. El turismo tradicional, aquí, de sol y playa goza de buena salud, sobre un 40% de preferencia estabilizado, pero éste requiere del factor climático como condición sine qua non. Para desestacionalizar hará falta redescubrir nuevos alicientes, echar mano de la multitud de estudios teóricos realizados y poner de acuerdo a empresarios para llevarlos a buen puerto. Habría que recordar la capacidad innovadora de Gabriel Escarrer cuando aterrizó en el Caribe, demostrando que se podía hacer negocio ofreciendo paquetes vacacionales trasatlánticos. Se adelantó, al menos quince años, a las nuevas tendencias en publicidad. Hoy ya no se pretende llegar a un público que, supuestamente, tienen la necesidad de un producto, sino que se fabrica una demanda en función de la oferta que se tiene o que se pretende crear.
La financiación de los municipios turísticos es el segundo aspecto, para mí, de mayor interés. Fue Miquel Ferrer, alcalde de Alcúdia, quien planteó la disfunción que supone, para los municipios turísticos, tener que atender los servicios que requieren una población flotante, que puede duplicar o triplicar a la residente, mientras los ingresos procedentes dela Administración se contabilizan teniendo en cuenta el censo de población. Particularmente hizo hincapié en la idiosincrasia del IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles), principal fuente de financiación de los municipios, que se establece sobre el valor catastral de los inmuebles que ajustala Administración Central, según una interpretación del precio de mercado, y que se actualiza en periodos demasiado largos como para poder recoger la rapidez con que se revaloriza el sector inmobiliario. No lo sugirió, pero sí me parece que tiene todo el sentido, que la revisión catastral se haga en periodos más cortos. O mejor, aún, creo que habría de arbitrarse una fórmula automática por la que puedan recogerse las plusvalías que se derivan del incremento del mercado. Quizás por ahí, y por una tabla de desgravaciones, pudieran controlarse las residencias turísticas alegales.
Finalmente, no puedo dejar pasar la ocasión sin hacer una última reflexión sobre el nuevo modelo turístico que nos viene impuesto por el perfil de la demanda de hoy. Como es notorio el turista que viene se ha individualizado, utiliza cada vez más las líneas de bajo coste y busca hoteles por internet; no obedece a un comportamiento unidimensional sino que puede degustar una comida de gurmet, al día siguiente una hamburguesa y al tercero hacer régimen, o senderismo. Esto nos propone que la marca a vender es Mallorca, como destino coherente y, en consonancia, aprovechando las nuevas infraestructuras, fabricar paquetes que incluyanla Islaen su conjunto. Propongo un eslogan: Mallorca, lo que quieras encontrar.