XXI Congreso Geógrafos

Comunicación al XXI Congreso Geógrafos Españoles, Geografía, Territorio y Paisaje. Organizado por UCLM.Ciudad Real. 2009

EL TERRITORIO TURÍSTICO: UNA MALLA CONCEPTUAL.

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3113293

1. INTRODUCCIÓN.

Las referencias espaciales del fenómeno turístico se remontan a los mismos orígenes del turismo. Kolh, en 1841, llamaba la atención sobre la fuerza transformadora del medio que tenían los desplazamientos de personas hacia un lugar determinado (CALLIZO, 1991:22), y el mismo Reclus, como posteriormente Hettner (1902), Hessert (1907), Sputz (1919)…se ocuparon del turismo y su influencia en el espacio. Pero no sería hasta después dela Segunda GuerraMundial, con las aportaciones de la geografía social y la geografía neopositivista, cuando el fenómeno turístico se asienta como objeto de estudio de la geografía. La geografía social con su visión del paisaje cultural, como el producto de las interrelaciones hombre-medio y sus consecuencias espaciales, imbricará a los movimientos sociales, políticos-institucionales y económicos en la ocupación del territorio.

La geografía neopositivista, es decir, la aplicación a la geografía de los presupuestos del neopositivismo o positivismo lógico (en que, solo los únicos enunciados que pueden someterse a lógica y a planificación empírica, pueden considerarse científicos) se centró en la búsqueda de las regularidades existentes en la repetición de ciertos fenómenos con un enfoque racionalista cuantitativo, proponiendo modelizar las localizaciones y el análisis espacial, detectando y calificando flujos, estableciendo nodos y mallas, y armando una jerarquía diferencial en las nuevas ocupaciones del espacio (sic),  ahora ya territorio turístico. Uno de sus principales referentes sería Christaller que en 1955 y 1963, propondría como objeto de la geografía el turismo el análisis de las regularidades existentes en la distribución de los asentamientos turísticos; estableciendo un modelo de ocupación del espacio, siguiendo su teoría de los espacios centrales, en relación con las pautas de comportamiento de grupos sociales que, a consecuencia de la mejora del nivel de bienestar buscaban lugares vacacionales con mayores atractivos, desde el punto de vista de sus preferencias, que las ofrecidas por sus lugares inmediatos.

Este enfoque metodológico, por el que se tomarían y cuantificarían las variables que interconexionaban el fenómeno del turismo, en su dimensión geográfica, con variables sociales y económicas, supondría modelizar el fenómeno turístico como una estructura funcional donde el turismo asumía el papel de consumo, de producto de consumo en la actividad económica; más tarde, la visión se transformaría en una estructura del proceso en que el turismo dejaría de ser un fenómeno que interesaba principalmente en el destino, donde se ubica el espacio de recreo, para centrar el objeto de atención en el proceso experiencial del viaje, desde la planificación en origen hasta el regreso; cuando el turista cuenta su “aventura”. Pero eso se daría, sobre todo, desde la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información y del cambio de modelo productivo hacia el postfordismo, en la década de los noventa.

Si en los años setenta se asistió al desarrollo de la geografía del turismo, como hoy la conocemos, produciéndose una amplia temática con diversidad de planteamientos conceptuales y metodológicos, en esta década del siglo XXI se está en condiciones, y se tiene la urgencia, de acometer otros aspectos complementarios de las actividades relacionadas con el turismo. Ahora, el objeto de estudio ya no es un turismo cuya caracterización parecía clara en la primera mitad del siglo pasado, sino que, con la globalización cultural y social y el cambio y el aumento de los flujos de comunicación, la caracterología de turista puede estar cada vez menos clara, y realmente confusa para algunas tipologías de turismo “singular”, como por ejemplo, de estudios y negocios, con sólidos argumentos distintivos, y más compartiendo el razonamiento de Zigmund Bauman (2) sobre el alcance de la globalización para los habitantes del primer mundo. Dice, el sociólogo suizo que para este mundo cada vez más cosmopolita y extraterritorial de hombres de negocios, profesionales de la cultura o de las universidades mundiales, las barreras se allanan, las fronteras poco a poco se desmantelan para dejar fluir el ocio, el capital y las finanzas del mundo, en efecto, la reflexión de Bauman suscita un tipo de viajero ciudadano, perteneciente (en este caso) a ese segmento conflictivo llamado turismo de negocios o profesional que se encuadraría en un perfil de turismo que, en aspectos importantes, es distinto de la conceptualización tradicional (por lo menos, la estandarizada por la industria del turismo de escala), ya que ése “turista” se siente, en todo caso, viajero desde una concepción totalista de ciudadanía del mundo. Acepción, ésta, de cierto éxito y envergadura, e inédita en los términos y magnitud actuales.

Al margen de las definiciones metodológicas de la Organización Mundialdel Turismo, dejamos esta discusión viajero/turista apuntada sin entrar en ella, porque esta lindeza semántica no sería el objeto de esta comunicación. Se propone en cambio, aquí, abordar la oportunidad de aproximar y acometer el enfoque del turismo desde una definición de territorio turístico como un constructo mental (en psicología: formación de un concepto partiendo de una idea clara, mediante la creatividad. Teoría Constructivista del Aprendizaje, Jean Piaget). Pensamos así, pues, que tienen sentido referirnos a un territorio turístico conceptual porque la idea puede ajustarse a la definición terminológica convencionalmente aceptada, para territorio, y que se justifica aplicada al ámbito del turismo por resultar una herramienta útil para su manejo conceptual en estudios de geografía del turismo y de la industria turística. Por consiguiente, este trabajo se centrará en demostrar que el hallazgo terminológico de territorio turístico conceptual y su presentación en forma de malla, se ajusta a los requisitos teóricos que la geografía ha determinado en la distinción territorio y espacio y que su uso en trabajos de geografía del turismo puede resultar conveniente y ventajoso.

2. EL TERRITORIO QUE ES PENSADO.

Antes de abordar la caracterización del territorio turístico conceptual, como una forma específica de mapa mental en que el sujeto define sus respuestas y los límites del espacio subjetivo, se describirá el discurso que fundamenta esta ilación razonativa objeto de esta comunicación.

Nos situaremos en las aportaciones de Habermas (HABERMAS, 1989: 494) sobre los planos contingentes de la percepción del espacio, el sistema social y el aspecto interior de la concepción del espacio, después traeremos a colación a Milton Santos y Lefebvre y nos fijaremos en Sack, y en el concepto del control de acceso para delimitar el territorio que, aquí, traduciremos como el control que se ejerce cuando se elige una opción o querencia turística. Finalmente, nos interesan las aportaciones de Lopes de Souza, enfocando la territorialidad sobre la síntesis de elementos coercitivos (de poder) en el sustrato de las relaciones sociales que, en nuestro tema, se referencia en una esfera conceptual independiente que se desarrolla en el marco de las relaciones culturales-simbólicas que son autónomas de su vinculación al espacio físico.

Con la reflexión que presenta Rogério Haesbaert (HAESBAERT, 1997: 293, cit. HERNÁNEZ, J. 2007: 4) en torno al territorio en tiempo de la globalización nos fijamos en el territorio no físico, abriéndonos a la conceptuación de nuestro interés el territorio conceptual, desde la perspectiva de un espacio diferenciado que no tiene que ver con la percepción de territorio que pueda argumentarse referida a un lugar. Corboz (2001) está en esa dirección cuando dice que el territorio es el resultado de diversos procesos. Por último, en este apartado, se trae las visiones de I. E. Castro(1995)y otros, en que se trata sin disimulo de los espacios red, referido a las redes Internet, lo que nos facilita la defensa de nuestra hipótesis de los territorios turísticos conceptuales y su presentación en malla. Sin duda, las conclusiones de André Lemos, con que finaliza la comunicación que citamos sobre el Territorio Informativo, cuando dice que los medios locativos (dispositivos digitales de localización, GPS…) producen experiencias que crean dinámicas informativas y sucesos arraigados en objetos físicos y localizaciones, (LEMOS, 2007: 11) refuerzan nuestra hipótesis de trabajo, porque, análogamente, podemos referirnos a territorio conceptual, donde Lemos dice virtual, y ambos, en último término, se ciñen a algún tipo de referencia espacial (localización vs. estrategias de venta y promoción), con lo que quedaría justificado que hablemos de territorio conceptual referido al campo de la motivación y la oferta en el turismo.

2.1 El espacio social percibido y conceptual.

 

Para llegar a la caracterización de territorio que aquí nos interesa, nos anclamos del pensamiento dialéctico de Habermas (1987) que en La Acción Comunicativa estudia la sociedad como un conglomerado de sistemas complejos, estructurados, donde el espacio fijo (estático), desaparece transformado en proceso,  siendo que la sociedad que lo inunda aparece descrita en dos planos superpuestos: el mundo de la vida social y el sistema social; regidos o perfilados, respectivamente, por la racionalidad y la complejidad.

El primer plano, el de la vida social, vendría representado por la perspectiva interna, constituyendo el punto de vista de los sujetos que actúan sobre la sociedad. El segundo, el de la complejidad, se refiere a la trama sistémica que actúa en esa perspectiva externa; siendo, ésta, el sistema social que invade, condiciona y dirige ese mundo de vida social, electiva.

Enfatiza, Habermas, esa distinción llamándolos “Mundo” y “Mundo de vida”. Esta conceptuación diferenciadasirve al deslinde de ámbitos en que los participantes, los actuantes (cada sujeto, persona) en una situación dada son accesibles a la tematización o quedan sustraídos a ella. (HABERMAS, 1989: 494 cit.PILLET 2004: 142).Vemos ya, en este arranque desde la sociología, que desde nuestro discurso de interés en esta comunicación, el “Mundo” orbita en el sujeto, sus expectativas o/y las motivaciones que organizan nuestro espacio, el territorio turístico conceptual; pero, éste, será, también, delimitado (controlado) por el sistema social; el “Mundo de la vida”; el mercado, mediante la interacción en ese proceso de asimilación donde convergen aptitudes con las actitudes, dándose una apropiación del espacio social por el espacio pensado, percibido y planificado. El impulso que controla la cualidad del viaje del turista se erige en jerarquía y actúa en un territorio imaginado, conceptual, que interacciona con las directrices del otro centro generador, y complementario del territorio turístico conceptual, como es el mercado, la oferta, sin la cual el impulso del viaje no tendría consistencia.

El sociólogo alemán nos ha facilitado, pues, situar en la zona de la percepción, los actores funcionales de ese territorio turístico conceptual que se propone: el plano de la vida social, es decir, la elección, las preferencias, las motivaciones; y, el plano del sistema social, el mercado que determina los límites del territorio. Aunque, como resulta obvio, cuando se trata de la esfera de la percepción y de lo conceptual, es apropiado referirse a circuitos de “feedback” entre el mercado, que determina los límites de ese territorio “de apetencia”, y la percepción, de éste, que tenga el sujeto que activa el viaje, el turista; sea por conocimiento previo o por la cualidad de los instrumentos de comunicación, publicidad, que le llegue.

 

El geógrafo Milton Santos, en su obra “Por una Geografía Nueva” (1987), puso el interés de su estudio en el espacio, que llamó banal, el espacio verdaderamente humano el espacio de toda la gente, diferenciándolo, del espacio al servicio del capital y de unos pocos, se trataba de una visión extensa del concepto. El espacio debe considerarse como un conjunto de relaciones realizadas a través de funciones…como un conjunto de formas representativas de las relaciones sociales del pasado y del presente, y por una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren y que se manifiestan ante nuestros ojos por medio de procesos y las funciones (SANTOS, M. 1987: 138).

La aportación de la visión de lo vivencial, de lo experiencial, del interés por el espacio en cuanto a la interacción de las formas representativas de las relaciones sociales y una estructura representada por las relaciones sociales que ocurren, de  Santos, permite que, con propiedad, podamos conceptuar de espacio, al interés subjetivo, a la representación mental que tenemos del medio social circundante en el que estamos inscritos que, está, objetivamente perfilado por sistemas y subsistemas de relaciones: el mercado, los instrumentos institucionales y estratégicos. Y esa doble entrada de interacciones están constituidos por elementos “fijos” y por “flujos” (SANTOS, 1996: 75), que, en nuestro particular interés del tema de la comunicación, traducimos por idiosincrasia del sujeto como elementos fijos (que asimilaríamos a motivaciones que van a contribuir a definir el territorio turístico conceptual y los lugares de destino) y, como flujos, la variabilidad de las estructuras en que se organiza el mercado, la oferta y sus interpolaciones y clusters; todo ellos, elementos (o componentes) fijos y flexibles, conformando redes territoriales que aparecen como vectores de modernidad, pero también de entropía (SANTOS, 1996-2: 139). Eso es, en nuestro discurso, se definen territorios turísticos conceptuales nuevos como ofertas exclusivas de motivación/mercado, pero también se estandarizan normalizándose, igualándose masificándose; vectores de entropía.

En esa dirección, afirmaba, el geógrafo brasileño, que se estaba configurando “un sistema mundial” que iba a posibilitar cambios profundos, generalizados e inmediatos, donde la tierra se convertiría en un solo y único mundo…asistiéndose el nuevo orden global o periodo técnico-científico-informacional que venía a sustituir a la revolución industrial; tratando, así, de imponer a todos los lugares una única nacionalidad de forma que cada lugar sería, al mismo tiempo, objeto de una razón global y de una razón local, conviviendo armónicamente (SANTOS,1996: 272-273, cit  PILLET) Estaba, junto con el sociólogo Manuel Castell, avanzando el espacio informacional, y la geografía referida a la red informática, a Internet. En ésta, el agente, la persona, define el espacio de su dominio mientras está en él, en tanto que una vez desconectado el espacio desaparece, pudiéndose volver a configurar siempre que el agente, vuelva a configurarlo y en los mismo términos; es decir, los mismos enlaces.

Vemos, aquí, otro eslabón de nuestra proposición de territorio turístico conceptual al comprobar que, en éste, se reproducen caracteres significativos que delimitan la noción de territorio, análogos al caso particular de la red informática. De modo que el espacio es el momento, el planteamiento temporal, de un modo de producción de relaciones y de las estructuras que las organizan, de ahí que esto nos lleve a la consideración de un espacio no físico, sino en la línea anterior, de percibido, conceptual donde prevalecen producciones organizativas: las propias del sujeto que organiza el viaje y las organizativas del mercado.

3. TERRITORIO TURISTICO: TERRITORIO CONCEPTUAL.

Para caracterizar, específicamente, el territorio turístico conceptual nos serviremos del procedimiento para racionalizar la conformación del espacio, según Lefebvre (1991), cuando lo pauta en tres procesos: las prácticas espaciales, las representaciones del espacio y los espacios de representación. La primera se refiere a las formas en que generamos, utilizamos y percibimos el espacio, y tiene que ver con los procesos de sedimentación; la forma en que la experiencia ha identificado el espacio concreto. Estas prácticas espaciales están asociadas con las experiencias de la vida cotidiana y las memorias colectivas respecto a formas de vida diferentes, más personales e íntimas actuando de potencial de resistencia de cara a la invasión de nuevos espacios concretos, de procedencia o influencia exógena.

El segundo, las representaciones del espacio se refieren a los espacios concebidos y derivados de una lógica particular y de saberes técnicos y racionales, un espacio conceptualizado, el espacio de científicos, urbanistas, tecnócratas e ingenieros sociales, (LEFEBVRE,1991: 38, cit SCHNEIDER, 2006: 12). Estos saberes están vinculados con las instituciones de los poderes dominantes y con las representaciones normalizadas generadas por los sistemas y subsistemas de la sociedad, representados por espacios legibles, como por ejemplo en mapas, estadísticas u ofrecimientos del mercado y su presentación publicitaria, en un ejemplo apropiado para el interés de esta comunicación.

En tercer lugar, Lefebvre llama espacios de representación a las resistencias que se levantan contra las representaciones del espacio, descrito en la pauta segunda. De modo que, los espacios de representación que se oponen a la presión de los sistemas y subsistemas, a que se refiere la pauta anterior, son los espacios vividos que representan formas de conocimientos locales y menos formales; son dinámicos, simbólicos, y saturados con significados, construidos y modificados en el transcurso del tiempo por los actores sociales.

La esquematización de este proceso de racionalización del espacio, en las tres pautas descritas, se reconoce en paralelo con el espacio/territorio de nuestra proposición. La primera pauta, el proceso de racionalización espacial y, por tanto de caracterización del espacio, tiene que ver con la generación y proyección de nuestras preferencias, nuestras motivaciones; estará relacionado con la caracterización de ese espacio concebido que llamaremos territorio turístico conceptual. La segunda pauta, las representaciones del espacio, se reconoce en ese sistema de relaciones institucionales, de ofrecimientos y ofertas del mercado que buscará ajustarse a las motivaciones de la persona centro generador del espacio y territorio turístico conceptual. Por último, lo que Lefebvre llama espacios de representación, en el sentido de las resistencias a las representaciones del espacio, aquí las podemos reconocer desde las propias resistencias íntimas, prejuicios o malas informaciones o experiencias anteriores, hasta la irrupción de mercados o nuevos espacios o territorios conceptuales competitivos.

Así pues, el territorio turístico como constructo mental, que tratamos de conceptuar, se explica desde la esquematización funcional de Lefebvre: la motivación o interés turístico genera un expectativa mental que se vislumbra posible en un espacio conceptual; éste, viene delimitado por las relaciones objetivas en ese espacio mediante la oferta de posibilidades de cumplir las expectativas; y finalmente, las resistencias que actúan modulando la acción del viajero se concretan en la síntesis de experiencias pasadas, en el plano interior, y en la vitalidad de las ofertas competidoras, por lo que respecta al plano exterior, en el sentido de la incidencia que éstas tendrán sobre la decisión final del turista en emprender el viaje.

El geógrafo británico Richard Sack (1986), por su parte, propuso definir la territorialidad como el intento por parte de un individuo o grupo de afectar, influenciar, o controlar personas, fenómenos y relaciones, a través de la delimitación y el establecimiento de un control sobre un área geográfica (SACK, 1986: 1, cit DEL CUETO, 2007: 13). Esta definición de territorio implica, de entrada, el despliegue de estrategias y, también, una cierta movilidad ya que, a su vez, un lugar puede ser territorio en un momento dado y en otro no. Añade Sack, los territorios requieren un esfuerzo constante para su establecimiento y mantenimiento, y consecuentemente, son el resultado de estrategias para afectar, influenciar y controlar personas, fenómenos y relaciones (sic).

Si aceptamos esta argumentación, el territorio adquiere sus límites cuando éstos son utilizados para afectar el comportamiento, mediante el “control de acceso” que se realiza por parte de una “autoridad”que demarcaría límites con el fin de modelar, influenciar o controlar actividades. Desde nuestro interés discursivo, en esta comunicación, el control de acceso se traduce, por un lado en el campo de las motivaciones del turista en diseñar su territorio turístico conceptual de elección, aquella tipología de turismo que desea practicar y, desde el otro lado, el control de acceso que se produce cuando las ofertas de tipologías turísticas crean los límites del territorio turístico conceptual capaz de motivar al turista para que se movilice.

No estaría lejos esta visión de la teoría de Sack, cuando se refiere a que en la medida en que la territorialidad humana posee un carácter estratégico, se ubica en el contexto de las motivaciones y objetivos humanos. De modo que este concepto apunta a incluir tanto las perspectivas de los controlados,como de los que ejercen el control en una misma jerarquía de territorialidad; siendo así que la definición formal de territorialidad sugiere tanto el “qué es” como lo que “puede hacerse”. Y desde esta afirmación cabe esquematizar tres líneas de relación que muestran su lógica y efectos significativos.

En primer lugar, la territorialidad debe incluir una forma de clasificación por área, ya que no se define el control por las cosas que controla sino por el área bajo control que incluye cosas. En nuestra particular proposición, de este apartado, eso se traduce porque el territorio conceptual turístico se define por la motivación que moviliza al turista para disfrutar de aquellas cosas que se dan en su marco territorial (conceptual) no solo por aquello que buscaba cuando definió, en un principio, su campo de interés.

En segundo lugar, por definición, la territorialidad debe contener una forma de comunicación (puede incluir una marca o señal, como en un límite, también una persona puede crear un límite al señalar con el dedo). El límite territorial, para Sack, puede ser la única forma simbólica que combina una proposición sobre la dirección en el espacio y una proposición sobre la posesión o la exclusión. En nuestra adaptación, al tema de la comunicación, la forma de comunicación es el lenguaje publicitario; la imagen de marca que se haya generado y que representa y simboliza ese territorio conceptual.

En último lugar, Sack plantea que cada caso de territorialidad debe incluir un intento de reforzar el control sobre el acceso a un área, o a cosas dentro de esa área o a cosas fuera de ella, través de la retención de las que están dentro. También, en esa tercera pauta de definición territorial, se reconoce la identidad territorial aplicada al territorio turístico conceptual que tratamos de identificar. En efecto, la marca de nuestra oferta turística, la singularidad de esa especial oferta trata de mostrarse exclusiva, privativa, identificando y fidelizando a turistas y a mercados.

Lopes de Souza desarrolla la teoría del territorio, como el espacio determinado por y a partir de relaciones de poder que definen un límite y que operan sobre un sustrato referencial (LOPES DE SOUZA 1995, cit SCHNEIDER, 2006: 9) así, el territorio es definido por relaciones sociales, que adoptan tres categorías bien diferenciables: El territorio puede estar relacionado, y queda definido, por la implantación en él de estructuras jurídico-políticas, culturales-simbólicas y económicas. Aquí, desde el punto de la comunicación por la índole del tema que nos ocupa, nos interesa resaltar las dos últimas. En efecto, a la hora de definir un territorio turístico conceptual nos van a afectar las relaciones culturales-simbólicas, eso es, la información y la percepción que llega a quien define, en una relación biyectiva, ese marco territorial conceptual turístico y esa misma realidad territorial desde el punto de la institucionalidad económica, el mercado; la oferta propiamente. Vemos, pues, que la conceptuación de territorio que tiene Lopes de Souza nos sigue permitiendo manejar ese concepto referido a la proposición del discurso que se sigue.

3.1 Territorio conceptual y en malla.

En el trabajo, sobre territorio y globalización que hemos leído, Haesbaert y Limonad  (2007) refieren que el territorio puede ser una noción más amplia que lugar y red, pero también confundirse con ellas y, que una red puede ser tanto una forma de expresión/organización del territorio como un elemento constitutivo de él (CASTELLS, M.1987, cit. HAESBAERT-LIMONAD, 2007: 44);y, en un tercer aspecto, que un lugar, en tanto espacio caracterizado por la contigüidad y por eso de co-presencia (inmediatez, desde la intención de nuestro propósito), es una manifestación del territorio, y un lugar donde se privilegian los flujos y las redes que, incluso pueden verse como en contraposición a ellas. (sic). En nuestra opinión este artículo expresa coincidencia en la dirección de la visión conceptual de territorio que pretendemos aplicar al fenómeno turístico. Efectivamente, sugiere que la noción de territorio puede aplicarse a otros ámbitos más allá del físico o el virtual, el campo conceptual; que territorio puede expresarse por su estructura formal, la motivación o el mercado de las distintas tipologías del turismo que se organizan en estructuras reconocibles; y, en tercero, que es un lugar donde se privilegian los flujos y las redes, y, análogamente, en la conceptuación de territorio turístico conceptual, se dan interacciones entre los diversos agentes, sujeto turista, sujetos mercados, condicionantes periféricos y circunstancias ajenas que ejercen determinadas presiones.

Otra definitoria, coincidente con Harvey (1989), expresada por Haesbaert y Limonad (sic) habla de territorios conferenciados por las relaciones políticas, culturales, sociales y económicas, de las esferas locales, regionales, nacionales e internacionales, que se asocian constantemente a dinámicas que implican simultáneamente procesos de desterritorialización y re-territorialización. Sugiriendo que, al mismo tiempo que ciertos actores pierden poder sobre ciertos ámbitos geográficos, otros van construyendo sus espacios de ejercicio de dominio político y económico; de manera que muchas veces se yuxtaponen las prácticas de los distintos actores políticos y/o económicos. Eso implica, también, la desestabilización de anteriores jerarquías escalares, de manera que los territorios, ahora nos referimos a nuestra propuesta conceptual, se definen por una categorización indeterminada que, además, es inestable, mudable y sujeta a múltiples interferencias, provenientes de territorios contiguos de similar escala, de mayor o menor jerarquía o rango.

Haesbaert y Limonad, como otros autores, destacan que tanto el capital -en nuestra comunicación, los definidores del territorio: motivación/mercado-, como las prácticas sociales –estrategias de comunicación-, construyen sus geografías en forma de redse organizan a través de unos nodos y arcos de transmisión materiales e inmateriales. A través de la red circula información, personas, mensajes y valores (SANTOS, 1996). Pero, la red que rompe con la contigüidad espacial establecida entre lugar de relaciones sociales y espacio físico, lejos de romper con las referencias espaciales se asienta en ellas cuando requiere de una georreferencia que personaliza al sujeto que capitaliza la acción. También, nuestra conceptuación de territorio conceptual comparte con el territorio-red, su no contigüidad espacial, entre el campo de relaciones sociales/motivaciones e interés y el espacio físico, y como en la “red”, se asienta en el espacio físico, lugar, finalmente, donde se produce la satisfacción de la motivación del viaje; donde se concreta la oferta, el mercado.

Otros autores, como Castro, llaman a esto “de res”o territorio–red; en términos gráficos, los territorios continuos podrían ser caracterizados por superficies y los discontinuos por puntos. En los territorios discontinuos los espacios son presentados en diferentes escalas o niveles de análisis. De modo que, un territorio es un conjunto de puntos en red en una escala determinada, donde cada punto representa un “territorio continuo”, con forma y estructura propias y en una escala de una menor dimensión (SCHNEIDER, 2006: 10). Ese territorio virtual, expresado como territorio red en la cita, se asemeja a nuestra proposición de territorio turístico conceptual porqué, como aquél, exige una georreferencia, de ambos centros, emisores y receptores, turistas motivados y ofertas de destinos; y, como los espacios red, cabe comprenderse desde la comprensión de escalas diferentes, nodos y supernodos.

En definitiva, los territorios conceptuales, como los territorios-red, serían discontinuos porque no poseerían contigüidad conceptual, ya que cada categoría o tipología definiría territorios distintos; ni espacial, desde la consideración que el asiento o georreferencia de cada cuál sería espacialmente diversa. Pero, sí que cada territorio conceptual podría ser considerado como “puntos red”, en una escala determinada, donde cada punto representa un territorio continuo, con forma y estructura propias y en una escala de una menor dimensión, mientras que en su conjunto conforma un territorio de mayor escala.

Recopilando esta idea, utilizando el razonamiento de la geógrafa Iná Elias de Castro,los territorios–red (en nuestra proposición, territorios turísticos conceptuales), serían articulaciones entre espacios de diferentesescalas, en que en la escala local está la información factual (el campo de las motivaciones), la valorización de lo vivido, la tendencia a laheterogeneidad, los datos individuales o desagregados, los fenómenos manifiestos;del otro lado, en la escala regional o global, (el mercado) está la informaciónestructurante, la valorización de lo organizado, la tendencia a la homogeneización o la diversificación,los datos agregados, los fenómenos latentes (CASTRO, 1995, cit. HERNÁNDEZ, J., 2007: 5).

 

Interesante es el punto de vista de Pred (1984) quien sostiene que los lugares nunca se acaban; más bien siempre se trasforman. Lugar es lo que acontece sin cesar, lo que contribuye a la historia en un determinado contexto, a través de la creación y utilización del entorno físico y en similar sentido dice Massey: …en lugar de pensar en lugares como áreas con límites circundantes, se pueden imaginar como momentos articulados en redes de relaciones y afinidades sociales…(CRESSWELL, 2004: 69 cit. LEMOS 2008: 4), siendo, verosímil pensar que la sociedad de la información produce nuevos territorios: territorios informativos que pueden entenderse como áreas en las que el flujo de información en la intersección entre el ciberespacio y el espacio urbano se controla digitalmente. (LEMOS, 2008: 5)Por territorio informativo, Lemos entiende el área de control del flujo (o a ser controlada) de información digital en su intersección con un área física; para nuestro discurso, consideramos territorio turístico conceptual el área de control del flujo de motivaciones/oferta turística en su intersección con los puntos físicos donde esa motivación/oferta se satisface.

 

En relación a la aplicación del concepto de territorio, André Corboz (2001) sostiene que existen tantas definiciones de territorio como disciplinas vinculadas a él, por lo que, para él, el territorio no es un dato sino que es el resultado de diversos procesos, de manera que el territorio hace las veces de construcción, es, en esta manera un producto. (CORBOZ, 2001: 20, cit DEL CUETO, 2007: 12) Y, esa construcción, que en su presentación en la red electrónica es, sin duda, móvil y puntual, como dice Aharon Kellerman (2006), los individuos llevan consigo sus propios territorios: Esto es patente a través del uso creciente de los teléfonos móviles, portátiles y memorias móviles, que permiten transportar toda la biblioteca, y tener acceso y comunicación inmediatos sin que importe la localización (KELLERMAN 2006: 64, LEMOS: 2008); y, aplicado a nuestra proposición de territorio turístico conceptual, también se dan características de movilidad y puntualidad pues las motivaciones que originan un viaje y las ofertas del mercado son elásticas en función de múltiples variables que se relacionan con las diferentes ubicaciones físicas, tanto de la oferta como de la demanda.

Todo ello nos lleva a la convicción de que es acertado categorizar de territorio, a esa conceptuación y proceso de motivación/mercado para referirnos al campo del desarrollo de la actividad turística. En efecto, las aportaciones de Habermas, al situar la noción de espacio en la zona de la percepción nos permitieron conceptualizar dos planos, el turista que controla con su motivación/elección el territorio, o campo de apetencia, y el mercado, que determina los límites de ese territorio conceptual turístico. La referencia, luego, a Milton Santos nos metía en el proceso y en la funcionalidad, y en la interacción entre la dos partes de la conformación territorial: El sujeto/motivado, el turista, y el mercado/oferta, mostrándose como relaciones biyectivas, de “feedback” donde cabe diferenciar como elementos fijos, los turistas y los lugares de destino, y como flujos, la variabilidad de las estructura que organizan el mercado, todo ello conformando redes territoriales que aparecen como vectores de exclusividad o singularidad, pero también sujetas a la masificación como “el turismo de masas”. Citábamos, también a Castells, que ha descrito profusamente el espacio informacional, y aplicábamos que el territorio turístico conceptual es el momento, el planteamiento temporal, desde que se toma la iniciativa del viaje hasta que concluye en el regreso a la propia residencia.

La racionalización del espacio de Lefebvre y las razones de definición territorial de Sack en que define la territorialidad como lo “qué es” y, también, como lo que “puede hacerse”, anotan la oportunidad de nuestra proposición de un territorio conceptual turístico que puede configurar zonas de progresión, permitiéndonos proyecciones de crecimiento y, por tanto, simulaciones y decisiones de futuro. Los trabajos de Haesbaert y Limonad, por su parte, respecto a que los territorios conferenciados por las relaciones sociales se organizan en red, nodos y arcos, nos ayudan a caracterizar y a describir cómo se comportan esos territorios que, por paralelismo con el plano conceptual, validan, a nuestro entender, la proposición de territorio conceptual turístico. En esa dirección, I.E. de Castro y Lemos, citando a otros también, al referirse a los territorios-red,  como puntos discontinuos que conforman, con otros, un territorio de la misma o mayor escala, y las aportaciones, citadas, de Cresswell y Kellerman, respecto a la momentaneidad de las relaciones en la red-informática, nos permiten acotar la identidad de territorio turístico conceptual.

Así, Territorio Turístico Conceptual se ajustaría a la idea de marco conceptual donde se plantea y desarrolla la actividad turística; comprendiendo los actores que se movilizan, (viajeros y ofertantes), las variables (coyunturas,…precios,…modas) y su configuración en malla a través de nodos (puntos de enlace con otros, y otras escalas), arcos (relaciones biyectivas, entre nodos interactuando,) y supernodos (relaciones con otros territorios turísticos conceptuales, pertenecientes a escalas distintas).

4. CONCLUSIONES.

 

Esta comunicación cree haber aportado una nueva aplicación del concepto de territorio geográfico, al modelizar el Territorio Turístico Conceptual como una realidad conceptual, con características territoriales similares al espacio y territorio virtual, relacionándolo con el mercado turístico, en tanto que éste, está controlado por los agentes que determinan la conformación de la demanda y la oferta turística, en una realidad conceptual delimitada en diferentes escalas, según la mayor o menor potencia económica, o la tipología de demanda de servicios. Además, en ese territorio-mercado es posible establecer criterios selectivos para describirlo en cada una de sus aspectos relevantes, de igual forma como se presenta el territorio geográfico que organizado jerárquicamente, en escala, y se explica por sus flujos internos y externos, y se conferencia en forma de red o malla, como la economía  global.

Al asimilar el mercado turístico, y las relaciones que sus agentes mantienen entre si turista/motivación y oferta/satisfacción, a ese territorio conceptual que se ha descrito, es posible aplicar técnicas de análisis, diagnosis y prospección, propias de la geografía, a la mercadotecnia del turismo de manera que estamos sugiriendo un campo indeterminado de innovación en las técnicas de investigación de la demanda turística y, en consecuencia, en los procedimientos para implementar productos turísticos que den cumplida respuesta a las necesidades del mercado.

La caracterización de este Territorio Turístico Conceptual, por otra parte, con similitudes con el espacio virtual de Internet, en especial en sus “redes sociales”, facilita que resulte, todavía, más pertinente establecer relaciones de complementariedad entre unos y otros; siendo que el lenguaje propio dela Red, su estructura formal y modo de interaccionar, es coherente con el modo con que se relacionan los agentes del mercado turístico, los factores que intervienen él y las pautas que sigue el proceso de toma de decisión del turista al seleccionar su destinación de turismo.

El objetivo de la comunicación es aportar a la industria una metodología para que se introduzca en Internet un instrumento de selección de oferta de modo que el turista, introduciendo datos de su perfil y sus motivaciones y expectativas, elija su paquete de vacaciones a la carta, encontrando siempre disponibles, del lado de la oferta, aquellos productos turísticos de su interés. La modelización se dirigiría en dos dimensiones: una, en la que primaría la mayor capacidad de acoger las cualidades demandadas por encima de destinaciones posicionadas; sería la apuesta por una oferta de marcas blancas turísticas, controladas por las empresas de referencia del sector, que actuarían en “clúster”, para no perder volumen de negocio, de manera que los mercados competidores se convirtieran en complementarios y colaboradores. La otra modelización, se dirigiría hacia la consideración de los territorios de oferta consolidada buscando el fortalecimiento de las marcas a través de los servicios distintivos de calidad diferenciada, que repercutiría en una mejor valoración de mercado y mayor rentabilidad..

Pretende, pues, esta comunicación contribuir a proporcionar nuevos cauces de desarrollo de técnicas de investigación e implementación de mercados en el sector turístico, y en otros, desde la innovación metodológica que supone incorporar herramientas de la geografía a la económica.

Xavier Cassanyes Garcia

Palma de Mallorca,  Mayo 2009.

 

 

 

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