Converger con Alemania, el paso estratégico.

Nuestra economía se ha convertido en rehén de los mercados de capital internacional, por su escasa capacidad de ahorro y su extrema dependencia exterior, pero, también,  por la mala gestión de un gobierno que, enredado en batallas personalistas, solo tomó medidas cuando se impusieron desde Europa. Y aún así, a ciegas y sin rumbo, con falta de prospectiva y nula visión estratégica.

En la eurozona no todos los estados padecen de los mismos males, por lo que hay que mirar a aquéllos que tienen mejor armazón económico y que proyectan seguridad en estos momentos de extrema inestabilidad. Como decía el estratega militar chino Sun Tzu en el siglo quinto a. C., para poder derrotar al enemigo tienes que partir de una base segura; en Europa, la zona segura es la economía alemana.

Ante la imposibilidad de jugar con el tipo de cambio, la zona euro echa mano de la valija de “argumentarios” de credibilidad que las agencias de riesgo se encargan de torpedear, desde criterios más subjetivos, e interesados, que objetivos. Mientras, se revalorizan economías intocables en tanto sirvan de referencia para zonas de seguridad financiera.

La economía alemana, y su banca, tiene problemas de exposición a las deudas de países intervenidos como Grecia, y todavía recordamos cómo el Deutsche Bank estuvo a punto de hundirse al comienzo de la crisis; o cómo los recientes tests de solvencia se han realizado desde el favor a entidades de los países importantes, con ingeniería de tests a la medida, con indicadores que benefician a la situación de los bancos teutones perjudicando la valoración de, por ejemplo, las entidades financieras españolas. Sin embargo, esto no obsta para afirmar, como es notorio, que la economía alemana es más sólida y tiene mayor capacidad de recuperación que otras cuando, además, cuenta con el favor de la política de Banco Central Europeo que, velando por la solvencia de la zona euro dicta su política en beneficio de la principal economía que tira de la zona euro.

Desde un punto de vista estratégico nuestra fortaleza está en Alemania, en acercarnos a los parabienes de su economía y desmarcarnos de las incertidumbres y desorientación de otras, como la italiana menos transparente y más viciada, que siempre se intenta vincular a la española.

Para salir de la crisis actual con solidez y con ventaja, y para que Europa tenga alguna posibilidad de ser economía de referencia en el futuro, hacen falta reformas estructurales, entre otras, las que prioricen el papel de las instituciones económicas y políticas europeas que estén por encima de las políticas domésticas; un auténtico gobierno federal europeo. Pero ese proceso es inviable a corto plazo porque Europa no es ni un mercado integrado, ni estamos ante estados homologables por situación económica, cultural ni por  proyecto de futuro.   

“Nuestra apuesta de futuro es la convergencia con Alemania y adelantarnos a una política económica común”

Así las cosas, nuestra apuesta de futuro es la convergencia unilateral con Alemania y adelantarnos a una política económica común, que la diáspora de voluntades europeas es incapaz de afrontar, en el corto y medio plazo, por dificultades insuperables propias de la idiosincrasia de cada sociedad, de sus expectativas de futuro y por la escasa conciencia de unidad europea.

Es, pues, realista afirmar que existiendo tantas europas, como las tantas expectativas que tienen sobre ellas los estados que la conforman, la integración total desde la dirección económica, fiscal y financiera, tendrá que darse desde un proceso de convergencia uno a uno; entre estados que tenga la visión de futuro de saber sumar y valorar las fortalezas de cada cuál.

Para nosotros, para España, el futuro inteligente pasa por coordinarnos con la economía que represente el paradigma genérico que queremos para Europa, pautando una convergencia en un plazo razonable de no más de diez años, constituyendo un espacio económico español y alemán; pero también para la economía alemana la apuesta sería estratégica porque, como ha advertido Robert Zoellick presidente del Banco Mundial, la credibilidad de las economías “sólidas” llegará a cuestionarse si no son capaces de asumir liderazgos.

 (Publicado en Ultima Hora, el 23-08-2011)

 

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