El fin del “producto político”

  

Nos hemos acostumbrado a los “productos políticos” tanto, en cuanto a personas de buen tirón electoral, o en forma de consignas, eslóganes, y propuestas fáciles de digerir, y que no suelen responder a programas de gobierno que el país objetivamente necesita. La consecuencia política ha sido el alejamiento de los partidos políticos de la sociedad.

La última encuesta del CIS no solo mantiene la percepción de otras anteriores, de que la clase política es el segundo problema de preocupación, sino que, además, los encuestados opinan que la corrupción y corruptelas están muy y bastante extendida; entre políticos (86,6); empresarios (69,3) y jueces y abogados (52,9) y (40,7).

La misma encuesta valora qué virtudes se espera de los políticos: Honradez (79,4), eficacia (31,2), preparación y formación (28,7); mientras que cualidades como cercanía a la gente (18,2); vocación por lo público (14,0) o convicciones firmes (9,5), son las que la ciudadanía considera menos importantes.

Estos datos revelan que la clase política se percibe alejada y ajena a los intereses de la sociedad: “entre ellos se lo montan”; y que las cualidades que se asocian a los perfiles que se relacionan con los líderes, en esa categoría que aquí referimos como “producto político” ya no motivan a interés. Se valora la honradez por encima de las convicciones (ideologías cerradas); la eficacia y la preparación, por encima de la vocación por lo publico (de militancia, se diría) y la cercanía a la gente (lo del “colega”). El electorado se ha convertido en pragmático, y el caso de la abstención de IU en la investidura de José Antonio Monago para presidente de Extremadura, sería el ejemplo paradigmático.

Del otro lado, está la simpatía que ha generado el movimiento de los Indignados. El 76% lo considera muy o más bien positivo. De lo acontecido en estos últimos meses: viraje político, por ineficiencia de los gobiernos socialistas junto a la credibilidad en que es posible un cambio, por la firmeza del PP en asumir el liderazgo de mejorar las administraciones y la gestión pública, y del lado de la sociedad civil, la iniciativa por impulsar modernizaciones en la actividad política, cabe concluir que estamos ante el final de los productos políticos “empaquetados” y el comienzo de una manera de hacer y considerar la política como responsabilidad y servicio a la sociedad.

(Artículo publicado en UH, 09-07-11)

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